Capítulo 7. 🦋

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Valerie

No supe a qué hora llegó Mark y tampoco fue cómo que me importara mucho. Podía irse al demonio con su estúpida y nefasta actitud y todas sus malditas reglas que se podía meter por el culo. Me tenía harta con sus constantes advertencias de lo que podía pasar conmigo y con Jean sino hacía lo que me pedía o más bien con lo que ordenaba porque él solo podía dar órdenes y pedir las cosas a base de gritos y reclamos.

Toda la semana que estuvimos en la casa de la playa la pasamos discutiendo por cualquier cosa, solo faltaba que le molestara si respiraba o caminara frente a él. Quería regresar a casa y ver a Jean, comprobar que estaba bien y que Andrew se largara de una vez para que no estuviera con ella molestando, dando malos consejos, porque eso es lo único que ese malviviente hacía con su vida, además de derrochar dinero que no es suyo y meterse en problemas por andar apostando.

Aquella mañana salí a la terraza, no quería estar dentro y tener que soportar a Mark, estaba de muy mal humor y no lo calentaba ni el sol. Tal vez eran suposiciones mías, pero sentía que estaba de malhumor por algo que pasó la noche que se fue y regresó tarde. No era estúpida, aunque Mark pensara que sí.

Me encontraba sentada en una de las mecedoras que había afuera en la terraza. Con los pies arriba, abrazando mis piernas con mis brazos, mientras la brisa del mar acariciaba mis mejillas y el viento frío movía mis cabellos, algunos mechones se pegaban a mis labios, el sabor salado prevalecía en estos. Escuché unos pasos acercarse a mí, quise moverme de mi lugar cuando reaccioné y me di cuenta que se trataba de Mark, se encontraba furioso cómo siempre, no me permitió hablar pues ya lo tenía frente a mí impidiendo que pudiera escapar de su ira.

—Te has negado a ser mía, pero esta noche no te vas a salvar. Mañana por la noche regresamos a casa y no me voy a ir sin antes llevarte a la cama —lo tenía a pocos centímetros de mi rostro, su nariz rozaba la punta de la mía y sus ojos destellaban odio puro.

—No me amenaces —lo empujé con las manos abiertas, sin embargo, no se movió ni un ápice —. No me vas a poner un dedo encima —sus facciones se pronunciaron más severas, casi como si estuviera a punto de golpearme. ¿Se atrevería a hacerlo? Esperaba que no porque entonces no sabría qué hacer si eso llegaba a pasar.

—No es una amenaza —subió una mano a mi rostro, cogiendo mi barbilla entre sus dedos, los cuales enterró sin piedad en mi piel, provocando dolor en mis mejillas —. Debes cumplir cómo mi esposa —apretó la mandíbula.

—No me puedes obligar a hacer nada que no quiera, ¡no tienes derecho! —me puse de pie de manera violenta pasando a su lado, pero antes de dar un paso más su mano se cerró entorno a mi muñeca deteniendo mi andar.

—¿Quieres ver cómo sí puedo? —mi ceño se frunció.

—¿Te atreverías a tocarme sin mi permiso? —me jaló para quedar a centímetros de mi cuerpo.

—No me pongas a prueba, Valerie —ejerció más presión en mi muñeca —. Te lo he repetido una y mil veces.

—Eres un bastardo, un maldito egoísta —espeté —. Te odio.

—¿Crees que me importa? —me estaba lastimando y no le importaba el daño que me causaba.

—Me estás lastimando.

—¡Solo cumple con lo que debes y no me hagas enojar!

—¡Puedes irte al infierno! —me solté de su agarre —. En tu maldita vida me vas a poner un dedo encima —escupí.

Intentó acercarse, sin embargo, se detuvo en el momento justo en el que Carson apareció en la terraza.

—¿Me mandó llamar? —las manos detrás de la espalda en todo momento.

Mala Costumbre 🦋 (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora