Capítulo 10. 🦋

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Valerie

Mi respiración era irregular, inestable y rápida. No sabía mucho de lo que estaba pasando, solo que íbamos en una camioneta hacia algún lugar y que este se encontraba lejos de donde nos habían interceptado. O eso pensaba yo porque estaba aterrada con la idea de que esto fuera un secuestro y que si las cosas salían mal podía terminar muerta. ¿Mark daría un solo centavo por mí? Lo hizo con mi padre, pero para su beneficio y en esta ocasión le resultaba más provechoso deshacerse de mí para ser el viudo solitario y roto que había perdido a su esposa a pocas semanas de casarse.

Los hombres que me secuestraron no decían nada, se había tejido un silencio sepulcral dentro del vehículo, solo el leve sonido del motor cuando el conductor arrancaba, mi respiración salir y empañar mis ojos mientras intentaba ver más allá de la tela oscura que cubría mi cabeza. Apenas podía ver lo que había más allá de mi nariz. De repente el cielo rugió fuertemente, lo que provocó una sacudida en los vidrios de la camioneta, mi corazón se detuvo una milésima de segundo y continuó con su latir efusivo, sentía que si recibía una sorpresa más este no iba a resistir y se iba a detener.

No quería hablar, no quería hacer preguntas para que ellos no se enojaran y me hicieran algo, pero tenía que aclararles que si llamaban a mi padre para un rescate lo más probable es que terminara muerta dentro de una zanja porque él no haría nada por mí, si fue capaz de venderme a Mark, ¿qué más me podía esperar de él? Nada bueno.

—Quiero ir al baño —dije quedito, con miedo de ser reprimida con un golpe o una grosería que me hiciera callar —. En serio, en serio quiero ir al baño —repetí.

—Cuando lleguemos podrá ir al baño —respondió uno de los hombres que se encontraban a mi lado. No pude distinguir si era el de mi derecha o el que se encontraba a mi izquierda.

—No creo que aguante mucho —musité. Apreté los labios al no recibir ni una respuesta.

—Ya vamos a llegar, señorita. No se desespere.

Dígale eso a mi vejiga.

No dije nada más porque tampoco había mucho que decir en este caso. Los ojos se me llenaron de lágrimas al recordar la dolorosa expresión en el rostro de Ems, sus ojos cristalinos, cómo pataleaba para intentar salir del auto, su grito desgarrador que aún retumbaba en mis oídos. Apreté los labios con fuerza y me negué a llorar para no hacer ruido, pero el dolor se acentuaba en mi pecho, ardía y dolía con intensidad.

A los pocos minutos la camioneta se detuvo, las llantas se barrieron con la grava y las puertas se abrieron juntas. Empecé a respirar con más fuerza, impaciente y con miedo. No sabía lo que me esperaba al llegar aquí, lo que iban a hacer conmigo. Sentí una mano tirar de mi brazo derecho y la misma persona me guio para que bajara con cuidado, primero un pie y después el otro. Me condujo por un caminillo de grava y cruzamos una puerta, no veía claramente lo que había frente a mí, pero cuando esta se cerró pude comprobar que estábamos dentro de una instalación, dentro se sentía menos frío y más acogedor.

Sin soltar mi brazo aquel hombre me llevó con él, de nuevo una puerta se cerró detrás de mí y me obligó a sentarme en una silla. Me desató las manos y me quitó la bolsa de la cabeza, las luces de aquella habitación eran tenues, lo que permitió que mis ojos se acostumbraran pronto a la iluminación. Enfoqué al hombre frente a mí, era delgado y un poco canoso, tenía cara de que no había dormido muy bien y que lo estaba pasando muy mal. Su expresión era dura y seria. Estaba sentando en una esquina de la mesa, esta era cuadrada y solo constaba de dos sillas, la que tenía frente a mí y en la que yo estaba sentada.

—Valerie Balfour —dijo mi nombre con un tonito divertido que me hizo dudar de todo lo que estaba pasando —. Es un gusto conocerte al fin —se puso de pie y se sentó en la silla frente a mí, fue en ese momento que me di cuenta que había una carpeta negra sobre la mesa —. ¿Tienes alguna idea de porqué estás aquí? —mi expresión se endureció.

Mala Costumbre 🦋 (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora