El Despertar del Omega

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-¿Eres la persona a quien llaman cuando deben deshacerse de alguien?-John le dio un mordisco a su panqueques mientras tenía la vista fija en la chica.

Victoria asintió con tranquilidad-Sí, soy la jefa del equipo táctico, aunque también trabajo de forma individual.

-Pero si eres su hermana menor ¿No debería protegerte de este mundo?

-Vincent no fue quien tomó esa decisión...-Hubo una pausa-Nuestra madre quería que yo fuera letal, y como líder de la casa Gramont, estaba en todo su derecho de elegir las actividades a las que se dedicarían sus cachorros.

El pelinegro hizo una mueca, tomo un poco de jugo y volvió hablar-¿Entonces porque no te fuiste en cuanto tu hermano tomo el mando?

-Por la misma razón por la que usted se casó, por la que mató a una familia de la mafia, por la que está hoy aquí...-La chica aparto la vista con tristeza-Por amor, yo amo a mi hermano, es la única familia que me queda.

-Conmovedor...

Ambos se giraron hacia la puerta y miraron al Marqués de pie en el umbral, llevaba un traje negro de dos piezas y una elegante corbata de color verde, en una de las solapas brillaba el escudo familiar de los Gramont. El hombre se acercó con soltura hasta la cama y tomó asiento justo frente a John, era obvio que se sentía cómodo pues iba acompañado por Caine y Chidi, uno a cada lado como perros guardianes. John le sostuvo la mirada con cierta irritación, eran los mismo ojos verdes de Victoria, solo que aquellos estaban plagados de una intensa malicia.

-Buenos días a los dos, los esperaba en mi despacho, pero me sentí caritativo y vine personalmente-El rubio sonrió maliciosamente antes de girarse levemente hacía su hermana-Necesito hablar contigo luego.

Victoria asintió en silencio, había adoptado una postura recta y parecía haber convertido en la mujer peligrosa que realmente era. El pelinegro no se intimido ante la presencia del Marqués, pero si noto su aroma, era algo como chocolate, maní, almendras, había toques de canela y algo de coco, sin poder evitarlo se alejo, se sentía realmente incómodo porque todo eso le recodo a Helen, a su alfa que siempre había tenido un olor similar, vainilla, cocoa, regaliz, algo dulce y elegante que le había traído calma. John se puso una mano sobre la nariz y hizo un gesto de desagrado, la hipersensibilidad del olfato solo se debía a una cosa, ya no había supresores en su cuerpo, seguramente el también tenía su propia esencia flotando por la habitación.

-Encantador señor Wick...-El rubio inclinó la cabeza y frunció la nariz-Yo también puedo olfatearlo y es un placer, a decir verdad.

-No seas vulgar Vincent-Victoria se levantó de su asiento con molestia-O por lo menos ten la decencia de sacar a los demás de la habitación.

El Marqués rodó los ojos-Los había olvidado, pero gracias a tu oportuna intromisión acabo de recordar que tengo cosas que hacer, sin embargo, quería darle esto señor Wick.

El hombre hizo un gesto con la mano, Chidi que era el más cercano a la puerta salió unos segundos y volvió con un perro, uno que John conocía muy bien, su cachorro llevaba una correa de cuero negro y movía la cola feliz de verla, no pudo evitar pasar una mano temblorosa por su costado cuando el animal se acercó.

-Lo he recuperado para usted, para que le haga compañía en este cautiverio, si se comporta puede que su pequeño amigo de cuatro patas siempre esté bien...-El rubio sonrió ligeramente, aunque cargada de malicia-De otra forma tendré que hacerme cargo de él.

Por algunos segundo John vaciló, parecía confundido, luego miró al Marqués con irá-Tóquele un solo pelo a mi perro y voy a hacerle sufrir.

-Sexy pero no apetecible, en cuanto tenga algo de tiempo volveré por aquí.

El Marqués le dio una rápida caricia al perro entre las orejas y luego se marchó, detrás de él desaparecieron Caine, Chidi y una silenciosa Victoria. El pelinegro se sintió realmente furioso ante lo que significaba la presencia de su querido cachorro en aquel lugar, Charon había cuidado de el con increíble celo, incluso Winston, que era su jefe y amigo, se vio incapacitado ante la mera posibilidad de alejar al perro de Charon, que estuviera aquí solo podía deberse a la inminente muerte del moreno, y eso era algo que simplemente no tenía que haber pasado. John detestaba el hecho de haberse convertido nuevamente en Babayaga, todo lo que era bueno a su alrededor moría, como un hombre del saco real, iba recolectando almas.