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Ambos subieron al ascensor hacia la recepción, estaban completamente solos pues los guardias esperaban en su destino, después del baño John parecía un poco menos arisco, prueba de ellos fue el esfuerzo que tuve en peinarlo, sus manos fuertes esparcieron el gel con maestría, acomodaron los mechones rebeldes y luego se alejaron, Vincent se mantuvo quieto durante todo el proceso, pero no pudo evitar inspeccionar la marca en cuanto el Omega le dió la espalda, dándose cuenta que la camisa que había escogido la dejaba a la vista, redonda, enrojecida, era un molde casi perfecto de sus dientes, en definitiva fue intencional, no iba a preguntar la razón hasta que se vio encerrado en el ascensor, la curiosidad le picaba como un mosquito, en realidad no estaba muy seguro de como llevar la relación con el pelinegro, eran educados y hasta un poco formales, ciertamente se habían atrevido a un poco más la noche anterior, pero eso no quería decir que el Omega le abriera su corazón de buenas a primeras, lo que en realidad le encantaba.

-John...

-Mmm?-El otro giró la cabeza levemente en su dirección.

-Se ve la marca, incluso ataste tu cabello...-El rubio miraba sus zapatos como si fueran la cosa más interesante en aquel espacio reducido.

El otro asintió-La voy a presumir un poco...-John se alzó de hombros restandole importancia, como si en realidad fuera un comportamiento normal-No sería mala idea que me comporte un poco vanidoso, después de todo soy tu esposo.

Con la boca ligeramente abierta de la impresión el Marqués salió del ascensor, afuera una empleada educada y profesional los guió hasta el salón donde tomarían las comidas juntos a los otros candidatos, antes de cruzar las puertas fue nuevamente sorprendido por el agarre de John en su brazo, entrarían como una pareja en toda regla, en el interior había una mesa larga y elegante con los asientos suficientes para cada alfa y Omega presente, algunos eran conocidos, otros solo eran los líderes de las familias, hizo los saludos de rutina por mera educación, sin embargo fue conciente de la manera en que todos siguieron a John con miradas que iban desde la admiración, el miedo, la envidia y el respeto, el hombre fue indiferente a casi todas, solo inclino la cabeza respetuosamente ante la Directora antes de tomar asiento, Vincent se permitió empujar su asiento como una marido deboto, asegurándose de mostrarte educado pero no controlador, aunque su objetivo al principio fuera dar la imagen de un Alfa dominante, sabía que en realidad era muchísimo mejor que sus contrincantes pensaran que John correspondía sentimientos, un Omega enamorado era peligroso, John Wick sería la muerte.

-Ya que el Marqués ha decidido honrarnos con su presencia, daremos comienzo al desayuno...

El rubio rodó los ojos antes la palabra de Sofia Al-Azwar, como generente del Casa Blanca mientras fueran las elecciones para la regencia era intocable, sin embargo en otra situación le hubiera mandado a cortar la lengua, o en realidad hubiera desayunado en un terraza privada, la compañía de aquellos personajes le era en su mayoría desagradable, aunque los conocía y algunos les tenía cierto respeto, en realidad ni guno era una amigo, habían sido invitados a la boda como una forma de anunciar su unión con el Omega más poderoso de la orden, nada mas. Su atención pronto paso a algo más interesante, y ese fue el hecho de que John había tomado su plato y estaba sirviendo una agradable combinación de tostadas, huevos revueltos, lo que parecía mantequilla contimentada y un poco de jamón, al acabar lo dejo justo al frente, con una mirada satisfecha que casi le hace suspirar, era difícil controlar sus deseos de contacto constante, y a veces el otro lo hacía aún más difíci, quería darle un beso agradecido pero en realidad no frente a su muy innecesario público.

-Gracias John-Una de sus manos se deslizó hasta la del pelinegro y la estrechó con cariño-No tenías porque.

-Son tan dulces que da asco, y pensar que el Marqués te tenía en cautiverio al principio...

Vincent apretó la mano libre, con tanta fuerza que sus nudillos se pudieron blancos y la venas se brotaron en el dorso, la persona que se había atrevido hablar era Katia, la mujer estaba relativamente cerca, sonriendo de forma maliciosa, como si en realidad sus palabras hubieran sido un agregado interesante a las conversaciones que se desarrollaban, lo que en realidad solo causo inescrupulosa curiosidad de sus adversarios y miradas envidiosas o de lastima por parte de los Omegas, justo cuando iba a responder se vio interrumpido por John, quien tomaba su propio desayuno con lentitud.

-Fue divertido...-Hizo una pausa y alzó la vista, sus ojos marrones llenos de algo peligroso-Deberia agradecerte, fuiste tú quien nos unió, se que estuviste presente en mi ceremonia de bodas y puedes comprobar por ti misma lo feliz que soy-El pelinegro se inclinó levemente hacía el Marqués-Soy mimado hasta el punto de que me volveré caprichoso.

Katia se alzó de hombros como si restará importancia-Quizás si, quizás no, en realidad quién podría saberlo .

John asintió como si le diera la razón-Exactamente, nadie puede, es algo que queda entre mi Alfa y yo, así que te agradecería no meter las narices en mi matrimonio-Alzo el cuchillo con el que había cortado un trozo de huevo y lo movió en sus dedos con una maestría envidiable-Por favor.

El resto del desayuno transcurrió en calma, nadie se atrevió a molestarlos, lo que fue un verdadero alivio, estaba seguro que la próxima persona lo suficientemente estúpida para molestar tendría que asumir su responsabilidad si perdía alguna parte del cuerpo. Finalizado el ritual de la primera comida Sofía se levantó de su propio lugar y les informó que los Alfas serían llevados al salón de prueba, sus Omegas podían volver a sus habitaciones, ir al spa, piscina o hacer un recorrido por la ciudad, lo que les apeteciera, sin embargo debían volver antes de las ocho, la hora dónde sería servida la cena, el Marqués se levantó de su propio lugar y se acercó a John para dejarle un ligero beso en la sien, no solo quería mostrarse cariñoso, también quería olfatearlo un poco, había descubierto que su aroma característico podía tranquilizarlo si debían separarse, era un poco adicto a su Omega, aunque nadie tenía porqué saberlo.

-Volveré pronto...

John sonrió suavemente-Suerte.

El Despertar del OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora