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-Te dará algo de tiempo para moverte y conseguir las últimas marcas-John gruño con cierta incomodidad.

Vincent se acercó en silenció y le tomo de las caderas, sus manos jalaron el pantalón del traje hacia abajo, revelando la ropa interior de color oscuro, tomo el juguete y se lo metió en la boca, no era exactamente el lubricante que hubiera utilizado pero era lo que tenía a mano, sintió a John tensarse y descubrió que había apretado su agarre, probablemente hasta el punto doloroso, estaba enojado, no con su Omega, si con el hecho de no poder abandonar aquella estúpida prueba, quería salir por la puerta e ir a su habitación, deslizó los dedos atravez de la ropa interior, era un momento demasido íntimo para aquel lugar y lo estaban teniendo porqué en realidad el pelinegro era demasiado considerado. Con la otra mano se sacó el juguete de la boca y lo llevo al lugar correcto, no estaba viendo realmente hacia donde iba, se guiaba más por el tacto, la posición en la que habían quedado produjo que John se pegará a su cuello, jadeando y gimiendo suavemente.

-Aqui voy…

Ya que en realidad no era un juguete especialmemte grande fue relativamente fácil introducirlo, la forma de bala con la punta redondeada fue de ayuda, sin embargo el Marqués subió los pantalones con un tirón rápido y calculado, no quería tener más de lo uw sabía podía tomar, el pelinegro estaba a punto de protestar cuando se sintió impulsado hacia delante y arriba, el rubio lo había puesto sobre su hombro como una especie de costal de papas, le pasó su arma en silencio, sabía que probablemente oleria a enojo, pero no podía controlarlo.

-Cuidame la retaguardia John, se que puedes.

El hombre se retorció incómodo-Dejame bajar, no podrás avanzar así.

Vincent tomó el mando de su bolsillo y miro el botón, lo había encontrado entre sus cosas con una nota de Victoria, la muy descarada había planeado que se divirtieran un poco con tal cosas, aunque en realidad estaba desarrollando un odio profundo al objeto, se sentía celoso, nada ni nadie podría tener a John, era su Omega, se suponía que solo el podía complacerlo en todos sus deseos, preciono con algo de saña, pero no espero el golpe que recibió en el pecho, el pelinegro tuvo un espasmo involuntario y una de sus rodillas se había adelantado contra el, sonrió ligeramente mientras su mano libre se aferraba a la curva del tracero, podría disparar con la otra de ser necesario.

El rubio avanzó lentamente, precionado el mando un par de veces y disfrutando la manera en la que el otro temblaba, los gemidos cercanos le hicieron saber que en realidad debía apurarse. Luego de algunos minutos tenía marcas de al menos 10 contrincantes, había perdido a uno de los hombres de la Directora pero luego lo vio pasar por la puerta de salida, lo divertido fue que pocos segundos después lo siguió Katia, la mujer tenía tres disparos, muslo, pecho, cadera, parecía enojada, furica, iba balbuceando insultos en Ruso.

-John nos vamos, son suficientes marcas para mantenerme en la sima-Vincent jadeo por el esfuerzo, estaba avanzando los últimos pasos hacia la zona central.

-Esta…bien…ya no creo..-El otro se retorció un poco-Empieza doler.

El Marqués frunció el ceño-Apenas salgamos prometo resolver el problema.

Al girar en una esquina de uno de los muros el rubio se encontró con lo que parecía ser un cuerpo caído, lo reconoció como el otro Omega que participaba en la prueba, estaba acurrucado sobre si mismo y su respiración era errática, Vincent olfateo el aire y detecto el leve olor de Omega en celo, probablemente marcado dado el hecho de que el aroma era tan sutil, al igual que el, después de la marca solo podría oler a su Omega, los demás eran sutiles brisas que se perdían en la nada. Se acercó con el arma lista y con la punta de la bota le tocó un brazo, recibió un gemido más parecido a un lamento, el otro se giró apenas, sus orbes marrones lo miraron con lágrimas suplicantes.

El Despertar del OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora