"Solo espero que estos buenos tiempos no terminen nunca." Eso fue lo que dije... ¡Dios! Qué irónico...
Me levanté temprano para visitar a Clara. Había pasado algún tiempo desde que visité la colonia dochelandesa. Anais estaba peculiarmente curiosa, así que decidió acompañarme. Mamá decidió quedarse, ya que tenía que elaborar más "ayahuasca", para poder comunicarse con los dioses. No deja de parecerme absurdo que necesite tomar esa cosa para hablar con las deidades. Salí junto con mi hermana por el portal dela empalizada que daba de cara al sur y luego recorrimos el rojizo sendero que atravesaba la profundad densidad de la jungla hacia el este, directo hacia la casa de mi rubia amiga. Tenía mi azulado anillo en mano, después de todo la selva no deja de estar llena de monstruos.
Ni bien avanzamos quince minutos, un extraño aroma comenzó a llenar mi nariz, un hedor agrio, fuerte, casi como a algo podrido. Era sangre etérea, sin duda, pero no la de los colonos. Podía distinguirlo bien, después de todo soy una elfa oscura. No tardamos más de media hora en divisar la empalizada de la colonia, junto con su portal, y unas figuras azules. En ese momento, una punzante duda se manifestó en mi mente, hasta que mis ojos terminaron de definir las siluetas. Un escalofrió recorrió mi cuerpo, al observar a aquellos tipos uniformados, jurua de piel clara, con rifles entre sus manos. Antes de que Anais pudiera decir algo, le tapé la boca y la llevé tras unos arbustos. Estaba segura de que aquellos soldados eran los que emanaban aquel olor desagradable.
Por suerte, los militares no nos habían visto, así que aprovechamos para acercarnos hasta escuchar bien sus voces. Incluso pude divisar en los hombros de sus atavíos el sol con los rayos anchos y puntiagudos del ejército de Platenia. Era el sol elfico, con cara y todo, pero adaptado a la sociedad de los jurua. Un mal presentimiento invadió mi cabeza. Tal parece que la guerra si nos iba a afectar. Ni bien nos aproximamos lo suficiente vimos como, con una casaca adornada con hombreras doradas y un par de medallas, y un bigote negro sobre sus labios, un oficial le hablaba a los colonos que se habían reunido ante él.
- Los hice reunir para evacuarlos. - Afirmó el oficial. - El ejército de Guaranay está muy cerca, y no sabemos que podría llegar a pasa si se encuentran con sus tropas.
La mayoría de los colonos se veían bastante nerviosos y asustados. Pero algunos miraban con desconfianza a los militares. Sobretodo, Clara. Podía ver en ella una marcada sospecha, como si estuviera viendo una víbora con bigote más que una persona.
- ¿No tendrían que avisar a nuestros vecinos también? - Sugirió uno de los dochelandeses.
- Mandamos otro batallón a avisar a los indígenas. No se preocupen por ellos. De momento, tomen todo lo que puedan. Los vamos a llevar a un lugar seguro. - Declaró el oficial.
En ese momento, mis dedos apretaron con fuerza mi azulado anillo, cerrándose en un puño que comenzó a temblar. La desconfianza que Clara le mostraba a los milicos yo también la sentía, más por aquella mentira de que supuestamente nos habían avisado. Quería saltar allí y hacerles frente. Quería pegarle una trompada a la víbora bigotuda. Pero entonces, la mano de Anais se aferró a la mía y la empujó de manera leve hacia abajo. Volteé a verla, y ella negó con la cabeza. Sus ojos llenos de cautelosa preocupación me persuadieron. Ella había leído mi rostro y supo decirme que lo que iba a hacer era una locura.
Luego de casi una hora, los colonos juntaron varias de sus pertenencias y siguieron a los uniformados fuera del pueblo, rumbo al suroeste. Me dolió mucho ver a Clara irse, desaparecer entre sus vecinos y familiares, y observar como sus rubias cabelleras se desvanecían en la línea del horizonte, entre los arboles y arbustos de la selva. ¿Así termina? ¿Unos soldaditos de mierda aparecen un día y alejan a la gente que quiero? ¿Y qué tienen pensado para nosotros?
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La Bruja de la Selva
FantasíaUn muchacho es transportado a una selva, en otro mundo. No tarda en toparse con las peligrosas criaturas que viven en la jungla, pero una joven aparece justo a tiempo para salvarlo. Bajo la protección de aquella heroína y de sus amigas, el chico ten...