Aparecí una vez más en aquel resplandeciente pasillo de mármol... No tardé en percatarme de que aquella siniestra niña me esperaba tras las puertas al final del recorrido. Recordé como tanto la enferma de Elsa como el hijo de Sanchez se habían vuelto exageradamente poderosos en estos últimos días, como la oficial había obtenido sus llamas azules, y como sospechaba de su conexión con aquella chica, aquel demonio. Enfurecida, crucé el umbral a la sala donde estaba, deseosa de obtener unas respuestas.
Al verme, la niña de tez oscura me recibió con una sonrisa y comentó:
- Tal parece que Ion tuvo algunos... percances...
- ¿Tu le diste poder a esa miserable general, a Elsa? ¿Es por ti que sus llamas se volvieron azules? ¿También le diste uno de tus "caprichos" al hijo de Sanchez? - Pregunté de forma directa.
- ¿Por qué tan hostil? A estas alturas deberías saber que no estoy del lado de nadie... Solo busco divertirme...
- A costa de los demás...
- ¿Acaso no te divertías torturando y empalando a esos militares y terratenientes? ¿Qué diferencia hay?
- ¡Tch! Sabes bien que ellos se lo merecían...
- ¿Y ustedes no?
- No recuerdo que mi pueblo le haya hecho nada malo a los demonios o a...
- ¿A... ? ¿A quienes... ?
- Vos no sos un demonio... ¿o sí?
- Vamos a ver, Tatachi... Primero descartaste que fuera uno de tus patéticos dioses guarapies... Ahora descartas que sea un demonio... Entonces, según vos, ¿qué soy?
- Estuve leyendo tu libro... Tiene un montón de historias absurdas y crueles. Entre ellas, leí la del faraón que reprimía a un pueblo, y del profeta que en nombre del Padre desataba toda una serie de plagas para liberar a dicho pueblo... El faraón varias veces consideró la opción de arrepentirse y dejar que el profeta los libere, pero cuando estaba a punto de ceder, alguien intervenía y lo manipulaba para que continuara con la represión...
- ¿Algún funcionario sin escrúpulos? ¿Algún demonio quizás?
- No, era el propio Padre... El dios de este pueblo manipulaba al faraón para mantener la esclavitud..., y así tener una escusa para desatar las plagas sobre su reino... La forma en la que este dios actuaba, jugando a dos bandos, me recuerda a ti...
La niña sonrió con sadismo y satisfacción ante mis palabras.
- Vos no sos un demonio, sino este dios, el Padre, ¿no?
Un silencio tétrico se apoderó de la sala, hasta que la niña empezó a reír, al principio con suavidad, pero no demoró en carcajear con un perverso ímpetu. Unas rojizas heridas comenzaron a abrirse en sus palmas conforme su risa se hacia más intensa, desatando pequeños ríos escarlatas hasta sus muñecas.
- ¡Sí! ¡Sí..., Eda! ¡No soy el demonio! ¡Soy algo mucho peor! ¡Soy el artífice de este enfermizo juego llamado "historia"! ¡Soy él que les ha dado a cada bando sus poderes, sus maldiciones! Pero no soy el Padre... ¡sino un fragmento de él!
Mi sangre se heló ante sus palabras. Su respuesta encogió mi corazón al tamaño de un grano de arena. Por un momento, mi enfado se desvaneció para dejar paso a una profunda turbación.
- ¿Sos... el Hijo?
- ¡El mismo!
- Entonces, ¿para vos los seres humanos no somos más que juguetes... ?
- Tal cual. Con algo tengo que entretener mi existencia inmortal...
- Entonces..., ¿¡era mentira!? ¿¡Todo tu sacrificio para salvar a la humanidad era una mentira!?
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La Bruja de la Selva
FantasíaUn muchacho es transportado a una selva, en otro mundo. No tarda en toparse con las peligrosas criaturas que viven en la jungla, pero una joven aparece justo a tiempo para salvarlo. Bajo la protección de aquella heroína y de sus amigas, el chico ten...