Under The Blooming Roses (MINAYEON)

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Game over

Escuchaba los pasos bajar las escaleras desde el interior de la casa, y no podía evitar pensar en lo malditamente lenta que era su novia al caminar.

Los repiqueteos de su pie en el pavimento eran rápidos e incesantes, pero ella ni siquiera era consciente de lo que estaba haciendo.

Los pasos se detuvieron frente a la puerta y al fin ésta se abrió.

—Mina, tengo que hablar conti...

El rostro de Nayeon se frunció por completo al mismo tiempo en que el semblante de Momo era dominado por el asco.

—¿Qué haces aquí, Im?

—¿Dónde está Mina?

—Eso no es tu problema.

—¡Momo! ¡¿Quién está en la puerta?!

Nuevos pasos se acercaron, y con la aparición de la japonesa la tensión se calmó un poco.

—¡Nayeon, no pensé que vendrías hoy! —Mina se lanzó a los brazos de la mayor y ésta la recibió con un abrazo, solamente para escuchar las palabras que la castaña susurró en su oído—. Intenta conocer un poco a Momo, por favor.

—Hoy no es un buen día para eso, tengo que hablar...

—Te lo ruego, haré lo que sea.

Nayeon suspiró antes de apretar con más fuerza a la menor contra su cuerpo y dejarla ir, formando una sonrisa resignada que se convirtió en una mueca en cuanto volvió a conectar con la mirada de la japonesa mayor.

—Ven, estamos viendo películas y comiendo galletas.

Nayeon las siguió con cierta distancia hasta alcanzarlas dentro de la habitación, donde Mina cerró la puerta e hizo que se sentara junto a ella en la cama, dejando a Momo sentarse en el suelo frente a ellas.

—Ah... bueno... ¿por qué no se presentan?
Ambas adolescentes miraron con cansancio a la japonesa, y ésta no pudo evitar encogerse en su lugar, lo que hizo que Nayeon soltara un suspiro y tomara su mano.

—Ya sabemos nuestros nombres, Minari. No hay necesidad de presentarnos.

—¿Estás segura de eso? Porque realmente creo que tu cerebro no procesa que mi nombre es Momo, no Hirai.

—Claro que lo hace, el tema es que los dos son asquerosamente ridículos, y tu nombre se lleva el premio, nunca escucharás esa estupidez salir de mi boca.

La mano de Nayeon fue apretada con la suficiente fuerza para ganar su atención, haciendo que ésta notara la súplica en el rostro de Mina.

¿Por qué le interesaba tanto que convivieran?

—Momo... debo decirte algo.

La total atención de las presentes fue posada sobre la japonesa nuevamente, haciendo que ella tragara duro y abriera la boca preparándose para hablar, mirando de reojo a Nayeon en busca de algo de tranquilidad.

—Yo... Nayeon y yo... uh...

—¿Qué pasa, Mina?

Mina tragó duro, apretando con fuerza la mano de la coreana incapaz de soltar aquellas palabras que le ahogaba no ser capaz de expulsar.

Alzó la mirada, frunció los labios, y suspiró.

—Nayeon y yo somos novias.

Casi se pudo ver a través de los ojos de la japonesa mayor cómo su corazón se rompía dentro de su pecho, pero a pesar de ello, ninguna emoción se mostró en el rostro de ésta.

—¿P-Por qué?

—¿Por qué? —Repitió Mina algo confundida, no se esperaba que le preguntara aquello, y en ese momento no se le ocurrió ninguna idea coherente además de decir que la amaba—. Bueno...

—No, olvídalo, no sé por qué pregunté eso —Interrumpió, forzando una sonrisa que sólo terminó expresando su dolor con una mueca—. Creo que mejor me voy, estoy segura de que quieren estar solas.

Antes de que la japonesa pudiera decir nada Momo se levantó y salió de la habitación, pero a diferencia de lo que todas las presentes pensaron, fue Nayeon quien la siguió escaleras abajo hasta que ella llegó a la puerta principal.

—Hirai.

Momo se detuvo, pero no se giró.

—¿Qué quieres?

—Mina quiere que tú y yo nos llevemos bien.

La japonesa mayor dio media vuelta para únicamente demostrar el odio que se escondía tras las lágrimas en sus ojos, mirando con un desprecio a Nayeon que nunca había sido capaz de expresar con ninguna otra persona.

—Tú no la mereces, y haré todo lo que haga falta para que se olvide de ti, ¿me entiendes? Mina me ha amado a mí desde hace mucho antes de que siquiera supiera de tu existencia y, ¿en verdad crees que tú me vas a poder ganar?

—No lo entiendes, ¿verdad? —Suspiró resignada, bajando la mirada por un segundo por culpa del sentimiento de lástima que crecía en su pecho al mirar a los ojos a la menor—. No creo que te pueda ganar, Momo... porque ya lo hice.

La puerta fue abierta y cerrada de un portazo tras la ida de la japonesa mayor, y sólo entonces Mina bajó las escaleras.

—¿Qué pasó? —Preguntó con preocupación, pero se escuchaba cierta esperanza escondida en su tono de voz.

Nayeon suspiró.

—Lo intenté.

[•••]

—Realmente agradezco que hayas hecho el esfuerzo de intentarlo —Murmuró Mina, dibujando espirales imaginarios con la yema de sus dedos sobre la piel del cuello de Nayeon, rodeando su cicatriz pareciendo temerosa de tocarla—. No pensé que ella reaccionaría de esa forma.

—Está enamorada de ti —Susurró con pesadez, escondiendo un deje de tristeza que la japonesa no fue capaz de percibir.

—Sí...

—¿Estarías con ella?

—¿A qué te refieres?

—Tú sabes a qué me refiero. ¿Estarías en una relación con Hirai?

—Sabes muy bien que te amo a ti.

—Sí, pero imagínate que yo no existiera, y que todo lo que pasó no hubiera pasado, ¿estarías con ella?

—No entiendo a qué quieres llegar con esto, Nayeon...

—¿Podrías responder? Por favor.

—No lo sé... puede que sí.

—Y si tomáramos en cuenta todo lo que pasó con ella, ¿lo estarías?

—Debería estar muy destruida y perdida como para aceptar estar con Momo después de todo eso.

Nayeon soltó un suspiro antes de dejar un beso sobre la coronilla de la menor, dejando caer su cabeza en la almohada mientras atraía aún más a Mina hacia sí misma, haciendo que ésta terminara recostándose sobre su pecho.

—Te amo muchísimo, Mina.

—Yo te amo más —Respondió entre un suspiro, dejando pequeños besos sobre la piel del cuello de la mayor.

Nayeon sonrió ante las caricias de la castaña, sintiendo un escalofrío surcar todo su cuerpo en cuestión de segundos que sin querer la hizo soltar un par de risas.

Sin duda alguna, al fin había conocido la sensación de lo que es la verdadera felicidad.
Después de tanto dolor, la luz que desde siempre le habían prometido que se encontraba al final del túnel al fin la estaba deslumbrando.

Y ella sabía muy bien que esa luz era Mina.

Había encontrado su hogar, su lugar seguro, y la fuente de su felicidad, todo en un sólo sitio, todo en una sola persona.

Y tirar todo aquello sin intentarlo, sería el más grande error de su vida.