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Hook

—¿Por qué no compras galletas y así nos podemos ir de una vez? —Bufó Nayeon, cruzándose de brazos ya harta de esperar a que la menor eligiera un bendito emparedado para desayunar.

—No voy a desayunar galletas.

—Pues yo sí.

Nayeon tomó un paquete de galletas oreo de uno de los estantes y lo lanzó sobre el escritorio de la cajera, sacando de su bolsillo el dinero suficiente para pagar y entregárselo a la mujer, quien lo tomó de mala gana.

Abrió el paquete y comenzó a comer del paquete una por una, parándose de nuevo tras la castaña para dedicarse de nuevo a mirar su espalda.

Nunca había sido consciente de la hermosa figura que Mina poseía hasta que la vio sin nada que la cubriera, a partir de ese momento no podía parar de verla desde cualquier ángulo y distancia posible sin siquiera intentarlo.

Simplemente verla era placentero.

—¿Por qué no el emparedado de salmón? —Propuso la mayor, metiéndose una galleta entera en la boca para después mirar cómo la otra negaba con la cabeza.

—El salmón me cae mal en el estómago.

—¿Y el de salchichas?

—Tiene mostaza, soy alérgica.

—Entonces el de jamón y queso.

—El de esa marca sabe raro.

—Sabes que mientras más tardes escogiendo menos tiempo tendrás para desayunar ¿no?

—¡IM!

Mina se sobresaltó al escuchar aquel grito, dejando al instante de analizar todos los bocadillos en la estantería frente a sus ojos para girarse hacia la fuente de éste junto a Nayeon y tres estudiantes más.

Los ojos de la japonesa se abrieron de par en par al notar de quién había provenido aquel rugido, dando un paso atrás al ver los ojos inyectados en sangre de la japonesa mayor que se acercaba a gran velocidad hacia ellas.

En cuanto los ojos de Nayeon conectaron con los de Momo soltó una sonrisa cansada, entregándole sin muchas ganas el paquete de oreos a la menor para que lo sostuviera, quien aprovechó el momento en que ella la miró para intentar descubrir en sus ojos lo que pasaba.

—¿Nayeon? —Musitó Mina, mirando con miedo cómo Momo se acercaba cada vez más y más a la coreana frente a ella.

—No te vayas a meter.

Y después de decir aquellas palabras Momo llegó a su paradero, dándole los buenos días a la nariz de Nayeon con un buen puñetazo.

La coreana ya sabía que eso pasaría, y de hecho pensó que llegaría mucho antes, por lo que no sintió verdaderas ganas de devolverle el golpe a la menor.

Pero, su orgullo estaba en riesgo.

No iba a permitir que una loca como ella fuera por la vida pensando que le había ganado una pelea.

Le lanzó un potente gancho que impactó de lleno en su quijada, haciendo que Momo tambaleara enseguida, haciendo sonreír a la coreana al pensar que con eso ya caería.

Pero Nayeon no contaba con un simple pero importante factor.

Momo era bailarina, y toda su fuerza se centraba en sus piernas.

Necesitaría mucho más que eso para derrumbarla.

Momo aprovechó los pocos segundos de confusión de la otra para encajar una patada en su abdomen con toda la fuerza que pudo, expulsando de esa manera todo el aire en los pulmones de Nayeon, quien se llevó las manos a su estómago por instinto mientras intentaba tomar una bocanada de aire para recobrar su oxígeno.

Under The Blooming Roses (MINAYEON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora