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MDD

En definitiva el tiempo era una percepción relativa.

Meses pasaban uno tras otro sin esperar por nada ni nadie, y Nayeon se sentía abrumada por lo rápido que los minutos pasaban cuando ya no tenía nada por lo que esperar.

Su cabeza se había acostumbrado tanto a que Mina ya no volvería a formar parte de su vida que ir a casa de Bang Chan ya no hacía que su corazón se acelerara al sentir la presencia de Mina cerca, ni sentía que la puerta que tantas veces había visto frente a ella le pedía abrirla a gritos e ir tras la adolescente que residía dentro de la casa.

Su cerebro ya había tomado aquella casa y la había almacenado entre el resto de casas que había visitado alrededor de toda su vida, pero su corazón hacía que su mirada se desviara hacia ella de vez en cuando, exactamente a la ventana de la japonesa, donde la mayoría de veces, la persiana se mantenía cerrada, Nayeon tenía la ligera sospecha de que aquello se debía a ella.

Se golpeó mentalmente al darse cuenta de que otra vez, se había quedado divagando alrededor de su ex novia, por lo que sacó su teléfono de su bolsillo y llamó a Bang Chan luego de buscarlo por cada pieza de toda su casa y no encontrarlo en ningún lugar.

Esperó a que el tono sonara un par de veces, pero al darse cuenta de que una melodía comenzaba a brotar desde la sala dio por hecho que el pelinegro no le respondería.

Caminó en dirección a la música y colgó la llamada cuando tuvo el teléfono del mayor en su mano izquierda.

Su ceño se frunció al ver que en la barra de notificaciones brillaba un mensaje entrante, lo que sería algo normal si no fuera porque sabía que Bang Chan no usaba ningún medio de comunicación por el que podrían rastrearlo fácilmente.

Por lo que ignorando la mayoría de advertencias del mayor desbloqueó el celular y fue directamente a la mensajería.

Felix:
Chan?

Felix:
Hice algo que te molestó?

Felix:
Estás bien?

Felix:
Estamos bien?

Nayeon no pudo evitar soltar un suspiro al notar la desesperación de Felix aumentar en cada mensaje, por lo que ignorando el resto de mensajes sin leer dejó el celular de vuelta en la mesa y se dirigió al garaje.

Había buscado en toda la casa y no había rastro alguno de Bang Chan, pero sabía muy bien que él jamás se iría sin su celular.

Por lo que, como se esperaba, encontró al pelinegro recostado bajo un escritorio de madera tan desgastado que parecía que llevaba décadas en el mundo, su cuerpo encogido sobre sí mismo sabiendo que sino, no cabría en aquel espacio tan pequeño.

Nayeon se acercó con cuidado y se agachó frente a él, mirando su rostro inexpresivo que reflejaba lo deshabitado que se encontraban sus sueños.
Lentamente hundió su dedo índice en la mejilla del otro, y una sonrisa se formó en su rostro al verlo fruncir el ceño.

—ChanChan... ya debes despertarte si no quieres llegar tarde a la escuela —Susurró con dulzura, riendo para sus adentros al ver lo tierno que el otro se veía al dormir.

—No... —Balbuceó torpemente, ampliando la sonrisa en el rostro de Nayeon.

—No quieres que la maestra te regañe, ¿o sí?

—Tiempo... papá...

La sonrisa de Nayeon se congeló al escuchar aquella palabra viniendo de los labios del otro, por lo que enseguida apartó la mano de su rostro y se dirigió a su hombro dispuesta a agitarlo para hacerlo despertar, pero no podía, la curiosidad que le provocaba escuchar los balbuceos de Bang Chan luchando por decir algo le detenía.

Under The Blooming Roses (MINAYEON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora