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Cookies and Cream

—Ayuda...

Aquel susurro tan débil chocó contra los oídos de la coreana como un camión, haciendo que ésta se girara de inmediato a donde pensó que provenía la voz, pero no encontró nada más que oscuridad.

—¿Mina?

—Nayeon, ayúdame...

La cabeza de la coreana se giró bruscamente en busca de la proveniente de aquella voz, encontrándose nuevamente con una pared tan oscura que no era capaz de ver su inicio ni final.

—Nayeon... Nayeon... Nayeon... Nayeon... Nayeon... Nayeon... Nayeon... Nayeon...

Por más que mirara a su alrededor no era capaz de encontrar la fuente de aquellos llamados, y en cuanto lo que eran susurros comenzaron a tomar fuerza la desesperación en su pecho aumentó su intensidad, por más que diera vueltas no era capaz de ver nada.

Sin avisar un grito terriblemente agudo atravesó sus oídos, obligándola a llevarse las manos a las orejas mientras cerraba los ojos con fuerza.

—Amor...

Sus ojos se abrieron nuevamente, y toda la presión en su pecho desapareció en cuanto dio con la sonrisa de Mina.

—¿Qué ocurre?

Nayeon dio un paso hacia la menor antes de que ésta la tomara de la mano y la jalara hacia sí misma, atrapando su cuerpo en un fuerte abrazo.

—Te amo, Bunny.

—Yo también te amo, ¿pero por qué...?

Las palabras quedaron atrapadas en la garganta de la mayor  apenas se separó un poco de la otra y logró mirar su rostro, el cual era iluminado por su hermosa sonrisa, pero también estaba totalmente ahogado por lágrimas, saladas lágrimas que brotaban como cascadas de sus ojos sin intención de detenerse.

—¿M-Mina?

—¿Sí?

—Tus ojos...

—¿Qué pasa con ellos?

La japonesa ladeó su cabeza ligeramente, luciendo un semblante confundido que no presentaba ni un destello de tristeza, pero que seguía siendo bañado por lágrimas.

—¿T-Te ocurre algo?

—Oh, hablas de eso... ¿quieres saber la razón?

—Claro que quiero.

Las manos de Nayeon temblaban alrededor de la cintura de la menor, pero ésta se veía totalmente calmada, luciendo una sonrisa que cada vez se volvía más grande.

—Me estás matando, Nayeon.

El cuerpo entero de la coreana se congeló, sus ojos siguiendo con la mirada las lágrimas que deslizaban por las mejillas de Mina hasta caer de su barbilla.

—¿A q-qué sentido te r-refieres?

Tan repentinamente como si hubiesen apagado la luz la oscuridad volvió a rodearla, desvaneciendo a la chica entre sus brazos entre ella.

Pero antes de dejarla reaccionar ante nada la habitación entera se iluminó, dejando ver las paredes blancas casi rojas por manchas de sangre, y frente a ella, arrodillada en el piso, Mina.

Sus manos estaban esposadas sobre su regazo, y su mirada perdida estaba fija en ella, aunque no pareciese que la estaba viendo.

—Sabes lo que tienes que hacer.

Under The Blooming Roses (MINAYEON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora