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Dinastía Joseon

Era la tarde del viernes, Mina estaba en su cama acurrucada entre sus mantas, mirando fijamente su teléfono vibrar sin descanso.

En la pantalla de éste estaba la foto de Momo, demostrando la llamada entrante de ésta.

La japonesa había faltado ese día a la escuela, dándole la excusa a su madre de que no se sentía nada bien, cosa que no era mentira.

La llamada se perdió, y los mensajes no tardaron mucho en llegar.

Mina soltó un suspiro y tomó su teléfono para abrir la tapa de éste y quitarle la batería, la cual dejó junto al teléfono en el cajón de su mesita de noche.

La puerta fue tocada tres veces, y después de soltar un cansado "pase" ésta se abrió, pasando por ella la madre de la adolescente con una bandeja llena de brownies, la cual simplemente dejó sobre su escritorio para salir de la habitación de nuevo.

Su madre siempre solía preparar brownies para ella cuando estaba deprimida.

Mina pasó sus manos por su cabello estresada, odiaba ser un libro abierto.

Se levantó de su cama y tomó uno de los brownies, dándole un mordisco tan grande que las comisuras de sus labios se mancharon de chocolate.

—¡Sharon! ¡Te buscan! —Gritó la mujer desde el piso de abajo, la pelirroja tragó todo el brownie que tenía en la boca de golpe, casi ahogándose en el acto.

—¡Dile que no quiero hablar!

—¡Dice que es tu estudiante!

Los ojos de Mina se abrieron de par en par, la había olvidado por completo.

Dejó el brownie a medio comer sobre la bandeja y limpió su boca con el dorso de su mano, bajando las escaleras tranquilamente hacia el piso de abajo.

Encontró a la castaña en la cocina, ayudando a su madre a secar los platos que ella fregaba.

—Mina siempre ha sido una niña muy sensible —Murmuró la mujer, riendo en voz baja mientras le daba un golpecito con el codo a la castaña en el brazo.

—Ya lo creo —Rió Nayeon mientras ponía uno de los platos ya secos sobre la pila.

—¡Mamá!

—Oh, allí está —Sonrió la señora, quitándole la toalla a la coreana de las manos para después darle una palmadita en la espalda—. Vayan a estudiar.

Después de dedicarle una mirada molesta a su madre la japonesa subió a su habitación junto a Nayeon, quien apenas vio brownies tomó uno y le dio un mordisco menos exagerado que el de Mina.

—¿Por qué tu madre es tan agradable y tú tan rompe bolas? —Cuestionó la mayor hablando con la boca llena, provocando una mueca asqueada de parte de la pelirroja.

—Porque ella no te conoce.

—Touché —Sonrió con aire burlón luego de tragar para después meter una de sus manos en su bolsillo, sacando de él un llavero de un tierno pingüino increíblemente parecido a la otra—. Dejaste esto en mi moto ayer, tuviste suerte de que se enganchara a uno de los tornillos, sino habría volado.

Mina frunció el ceño y tomó el objeto entre sus manos para verlo más de cerca.

—No es mío —Respondió, extendiéndole de nuevo el llavero a Nayeon, pero ella no lo tomó.

—Mejor quédatelo, yo no uso esas niñerías.

Nayeon metió en su boca el último bocado del brownie que tenía en su mano y se lanzó a la cama de la menor.

Under The Blooming Roses (MINAYEON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora