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No la amaba.

No, no podía hacerlo.

Después de todo lo que había pasado y sufrido, no podía seguir amándola, no podía seguir necesitándola.

No podía seguir pensando en su sonrisa, y mucho menos en sus ojos, tampoco en su cabello, y sus labios... necesitaba una cura que le permitiera quitárselos de la cabeza.

No podía seguir sintiendo su corazón arder ante su vívido recuerdo, y extrañarla no era algo que se pudiera permitir.

Pero luego veía sus fotos, y cuando se daba cuenta de lo vacía que se sentía una parte de sí misma gracias a ella, podía permitírselo durante unos minutos.

Se podía permitir murmurar su nombre una vez más y recordar la sensación de su suave tacto sobre su piel, podía sentir compasión por sí misma al extrañar tanto a la persona por la que su corazón rebosó de amor.

Podía, durante unos cortos segundos, no sentirse una estúpida por extrañar a quien la hizo aprender a volar entre las nubes de euforia, pero que también la hizo descender en picado, y chocar de lleno contra la realidad.

La muerte de su padre, la traición de Momo, la partida de Nayeon.

Eran sucesos que la habían hecho tan dependiente que se daba asco a sí misma por no ser capaz de respirar sin alguien que sostuviera su mano, y para su mala suerte, aquel puesto recaía siempre en la persona equivocada.

—¿Sharon?

La voz de su madre logró sacarla de su trance, dejándole apartar su mirada del techo para verle.

—¿Sí?

—¿Cómo te sientes?

—Estoy bien, mamá. No tienes que preocuparte.

—¿Estás segura de eso?

—Lo estoy.

No muy convencida por la respuesta de su hija, la mujer se adentró a la habitación y caminó hacia la cama de la chica, sentándose al borde de ésta para mirarla, alzando su mano para acariciar con sus dedos el cabello de su bebé.

—Momo llamó, le dije que no estabas en casa.

—Gracias...

—¿Pelearon otra vez?

—Sí...

—¿Minari? —Curiosa por el tono indeciso de su madre la menor alzó su mirada hacia ella, haciendo un sonido con su garganta indicándole que la escuchaba—. ¿No crees que Momo y tú estaban mejor como amigas?

Mina suspiró.

—Cuando peleamos lo hago.

—¿Y cuando todo parece estar en su lugar?

—También...

—¿Por qué te mientes con respecto a lo que sientes, Minari?

—Yo amo a Momo, mamá.

—Claro que lo haces, cariño. Pero no la amas en el sentido romántico, la amas como tu amiga, como lo que realmente es. Te estás forzando a corresponder los sentimientos de Momo, ¿por qué?

—¿Corresponder?

—Cuando Momo te ve, es muy fácil apreciar lo enamorada que está de ti en su mirada, pero cuando tú la ves... todo lo que expresas es el cariño más puro de la amistad.

Mina guardó silencio, viendo atentamente cómo la mirada de su madre se oscurecía en tristeza, sabiendo a causa de eso, que estaba pensando en él.

—Tu padre era el ser más expresivo que he conocido en toda mi vida, sus ojos reflejaban cada una de sus emociones y pensamientos, incluso el día que nos conocimos, me miró con tanto amor, que a partir de ese momento supe que estábamos hechos el uno para el otro, y la verdad, mi único deseo era que todas mis hijas tuvieran sus ojos.

Under The Blooming Roses (MINAYEON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora