La casa embrujada
Sus ojos se abrieron lentamente conforme un bostezo salía de sus labios, si no fuera porque ya estaba acostumbrada se habría asustado por despertar en un lugar totalmente desconocido para ella.
Dirigió su mirada a su izquierda, sonriendo al encontrar la desnuda espalda de la chica a su lado llena de chupones. Se sentó sobre el colchón para tocar con sus dedos su propia espalda, tenía rasguños tan profundos que contaban más como cortadas.
Soltó un suspiro entre una sonrisa ligera, la sensación de despertarse después de una noche de sexo salvaje era una de sus favoritas.
Miró el cabello rubio de la otra por un rato, pensando en cuál sería el plan que llevaría a cabo. Su intención principal era follársela e irse antes de que despertara, pero la verdad no había estado nada mal.
Entonces se decidió por asegurar un par de sesiones más.
Posó su mano en el costado de la rubia y comenzó a hacerle cosquillas, haciendo que ésta se despertara entre risas.
Nayeon se inclinó sobre su cuerpo y tomando su mentón con sus dedos giró su rostro hacia su dirección.
—Buenos días, linda —Sonrió la castaña para luego besar los labios de la adormilada adolescente, quien la recibió sin duda alguna de la misma forma.
—¿Cómo me llamo? —Cuestionó después de separarse de la mayor, la cual rió ante su pregunta.
—No tienes ni un pelo de tonta, Shin Yuna.
Una gran sonrisa apareció en los labios de la rubia, quien se dio media vuelta para besar a la otra con más comodidad.
Nayeon la correspondió lentamente, sus labios no tenían sabor, pero eran suaves, aquello fue una de las principales razones para querer acostarse con ella.
La castaña rompió el beso de repente para fijar su mirada en las facciones de la menor, eran tan dulces que parecía tener doce años, nadie pensaría que gemiría de la forma en que había hecho la noche anterior.
—¡Unnie, tengo hambre! —La dulce voz de una niña se escuchó desde el pasillo, sobresaltando a la rubia frente a Nayeon, al contrario de la castaña que simplemente alzó una ceja cuando vio la puerta de la habitación abrirse.
—¡Cierra la puerta, Ryujin! —Chilló Yina mientras se tapaba desesperadamente con las sábanas, la niña se quedó paralizada unos segundos pero de inmediato cerró la puerta—. Maldita sea.
—¿Tu hermana estaba aquí?
—Tiene el sueño demasiado pesado.
—Tus padres te dejan cuidando a tu hermanita y tú sales de fiesta —Rió la mayor, inclinándose por el costado de la cama para tomar su camiseta tirada en el suelo, pero cuando fue a ponérsela la rubia se la quitó de las manos para cubrir su torso con ella.
—Te daré una limpia, tranquila —Sonrió al ver el rostro molesto de Nayeon, dándole un corto beso en los labios antes de levantarse a buscar ropa en su armario.
Tampoco era como si fuera su camisa favorita, sólo por eso lo dejó pasar.
Los ojos de la castaña se pasearon por el cuerpo de la rubia, quien cada movimiento que hacía lo ejecutaba de una forma provocativa, sabía muy bien lo que hacía. Nayeon mordió su labio inferior cuando se levantó de la cama y abrazó a la otra por la espalda, escuchando su traviesa risa bajo su oído.
Comenzó a besar el cuello de Yuna suavemente, sonriendo sobre él al escuchar los suaves gemidos que empezaban a brotar de la garganta de la otra.
—Nayeon, tengo que... —Sus palabras se quedaron atrapadas en su boca al sentir la mano de la mayor rozar su entrepierna, y un gemido fue arrancado de sus labios al sentir cómo uno de sus dedos se colaba en su entrada.
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Under The Blooming Roses (MINAYEON)
FanfictionEl mundo de Mina se derrumba cuando descubre que la persona en la que más confía en el mundo resulta haberle mentido por mucho tiempo, dejándola en un estado de suspensión muy confuso. Pero justo cuando más lo necesita llega una persona a su vida si...