46

94 9 1
                                    

Missing

—¿Estás segura de que esta es la casa, amor? —Cuestionó Chaeyoung al notar lo vacía que se veía la construcción frente a ellas, mirando con cierta duda a Sana asentir frente a ella mientras tocaba el timbre desesperadamente.

—Muy segura, yo nunca me equivoco.

La castaña se cansó de apretar inútilmente el timbre de la casa, y fue directamente a la puerta a golpearla con el puño, pero segundos antes de que sus nudillos siquiera tocaran la madera ésta se abrió, y lo que se encontraron frente a ellas las dejó con la boca abierta.

—¿Te tragó y escupió un maldito tornado de depresión o qué? —Comentó Jeongyeon anonadada, recibiendo de inmediato un golpe en el hombro de parte de la japonesa.

Era malo decirlo, pero la rubia tenía toda la razón al preguntar aquello.

Myoui Mina había dejado de parecer ella misma.
Sus ojos estaban rojos e increíblemente hinchados, la piel de su rostro estaba demacrada, pálida y decaída, y ni hablar de sus piernas y brazos, que estaban llenos de moretones y rasguños, y el trío estaba seguro de que muchos más de esos estaban escondidos bajo su ropa, que era una camiseta gris y un short negro que todas las presentes dedujeron fácilmente que eran de Nayeon.

—Minari... ¿te encuentras bien? —Susurró Sana, temor siendo escondido en su voz.

La japonesa agachó la mirada, y soltando un sollozo negó con la cabeza, inmediatamente Chaeyoung dio un paso al frente y estrechó el débil cuerpo de la castaña entre sus brazos, dejando que ésta se desplomara en su agarre.

—Escuchamos lo de Nayeon, lo sentimos mucho —Murmuró la castaña, acercándose a la menor para posar una mano sobre su hombro—. Y sé que lo que menos quieres es hablar de ella, pero está desaparecida, y la última persona que la vio fuiste tú.

Mina levantó la mirada rápidamente, su semblante gritaba preocupación.

—Queremos saber lo que pasó esa noche.

[···]

—Fue hace tres semanas, ella vino a mi casa, y creo que quería hablar de algo importante, pero Momo estaba aquí y yo quería que se conocieran, entonces no le di mucha importancia. Le conté a Momo que Nayeon y yo estábamos juntas, y ella se fue, entonces Nayeon se quedó un rato, estábamos en mi cama, y se estaba comportando muy rara, le pregunté, pero no me dijo nada.

Tuvimos relaciones, y en la madrugada hablamos, ella explotó en llanto, rogándome que no dejara de amarla, que no la olvidara, en ese momento lo último que pasó por mi cabeza fue que se estaba despidiendo. Al día siguiente me desperté, dejó en mi mesita su anillo y una nota discúlpandose, intenté llamarla, escribirle, incluso fui a su casa, pero nada, no he sabido nada más de ella desde ese día.

Mina se quedó inmóvil mirando los semblantes anonadados del trío, no podían creer que contara algo como eso de una forma tan indiferente, no había ni una sola emoción en su voz ni en su rostro, era casi como si estuvieran hablando con un cadáver viviente.

—Lo lamento si no soy de mucha ayuda para encontrarla.

—¿Sabes si hay algún otro lugar donde pudiera estar? —Preguntó Sana, Mina negó.

—Todos los sitios a los que fuimos juntas han sido lugares que comparte con ustedes, creo que ustedes saben mucho más que yo, al fin y al cabo, nunca supe mucho de su vida. Tal vez ni siquiera la conocía y estaba enamorada de una mentira.

—¿Estabas?

—Estaba, estoy, ¿eso importa ahora? No está, me dejó por una razón, ya no interesa lo que siento o sentí por ella.

—Mina... tú no eres así...

—¿Y qué? ¿Debo ponerme a llorar todas las noches con el móvil en la mano esperando a que llame? ¿O negarme a dormir o salir de casa por si se le ocurre volver no se vaya a ir por no conseguirme aquí? ¿O ir todos los días a casa de Bang Chan por si ha tenido noticias de ella o sabe dónde está, confiando en él aunque sepa que entre ella o yo siempre elegirá proteger a Nayeon? ¿Debo hacer todo eso para seguir siendo yo? Porque lo he hecho, lo sigo haciendo, y duele, duele muchísimo, porque la amo y la extraño, y no entiendo qué hice mal, no puedo entender qué fue lo que hice mal ahora. Así que por favor, dejen de mirarme con lástima, sé que es lo único que doy ahora, pero ahora incluso mi gata me ve con esos ojos, y no puedo más, estoy intentando superarla, y verme al espejo todo el tiempo y mirarme a mí misma con lástima por darme cuenta de que no soy nada sin ella no me ayuda.

La habitación se hundió en silencio, el trío intercambiando miradas preocupadas, hasta que la más alta alzó el mentón y frunciendo el ceño con determinación se preparó a hablar.

—Vendremos a visitarte todas las tardes —Avisó Jeongyeon—. Sabemos lo difícil que es pasar por una situación así sola, así que estaremos para ti lo mejor que podamos.

—No necesito que...

—No nos interesa, vendremos todos los días, y no nos iremos hasta que nos abras la puerta, ¿entendido?

Mina soltó un suspiro antes de asentir, y entonces una sonrisa gigante se pintó en el rostro de la mayor de todas.

—Entonces... empecemos con el plan anti-despechos desde ya.

Y seguido de aquellas palabras, Sana metió su mano dentro de su bolso y de él sacó una botella de ron que en cuanto dejó caer sobre la mesa de madera hizo saltar todo lo que había en ella.

Mina miró la botella de arriba abajo, sabiendo que iba a terminar muy mal con sólo ver el tamaño de ésta.

Sus ojos pasaron al rostro de Sana, y ver su sonrisa de oreja a oreja le dio a entender que no tenía otra opción.

Odiaba el alcohol, pero por hoy, no parecía una idea tan mala.

Under The Blooming Roses (MINAYEON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora