EPÍLOGO

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17 años después...

La espera siempre había sido lo que más ansiosa podía poner a Nayeon.

Siempre evitaba esperar momentos que jamás llegarían, así como evitaba hacer que el resto esperase por sucesos junto a ella que jamás pasarían.

Odiaba todo lo que conllevase a la espera a largo plazo, desde juramentos legales, hasta promesas vacías.

Inclusive la corta espera de siete minutos, en aquella sala de visitantes, donde todo lo que tenía que hacer era sentarse, respirar, y evitar curiosear las conversaciones que la rodeaban, era algo que la ponía de los nervios.

El sonido del metal tintinear logró hacerla levantar su mirada de su regazo, ubicando enseguida las cadenas que chocaban entre sí de las esposas del hombre que se acercaba a ella, resonando aquel seco y agudo mini estruendo con cada paso que daba.

Después de una señal del oficial que le acompañaba el pelinegro tomó asiento frente a ella, dejando caer sus muñecas esposadas sobre la mesa de plástico que ocupaba el espacio que les separaba.

La menor examinó su rostro cuidadosamente, su corazón se retorció de dolor al notar los círculos oscuros tan pronunciados que rodeaban sus ojos, se veía tan miserable que Nayeon no pudo evitar sentir que lo que había frente a ella, podía ser perfectamente un espejo.

—¿Ha pasado algo nuevo? —Preguntó, lo suficientemente bajo para que las demás personas en la habitación no la escuchasen, lo que no era algo específicamente malo, pero por alguna razón, Nayeon se sentía más cómoda de esa manera.

El contrario se encogió de hombros, sus ojos paseándose por los alrededores un par de veces hasta finalmente parar en la castaña.

—Tengo un compañero de celda nuevo, el anterior se suicidó con una navaja de afeitar... lo gracioso es que justamente cuando eso pasó estaba soñando que llovía, y las únicas gotas que caían sobre mí eran las de la sangre que derramaba desde la cama superior de la litera —Suspiró, su voz sonando tan apagada e inexpresiva como la indiferencia que su rostro siempre expresaba.

—¿En serio? ¿Y qué hiciste?

La oscura mirada del hombre cayó a sus manos, tragando duro al sentir cómo su garganta se hacía cada vez más estrecha.

—En el momento entré en pánico... no sé el por qué, pero de alguna manera pensé que era Hyunjin la persona que dormía arriba... había soñado eso varias veces desde que estoy aquí, sobre todo los primeros días... tuve miedo, grité como un histérico por alguien que ni siquiera conocía, que había llegado aquí por ser la misma mierda que todo el resto, y que me había intentado estafar apostando cigarrillos en un juego de cartas trucado.

El silencio cayó sobre la cabeza de ambos, los labios de Nayeon frunciéndose ante la duda que le había surgido aquel contexto en el que les había envuelto el mayor.

—Visité a Hyunjin hace unos días, está mejorando, me pregunta mucho por ti.

La mirada del pelinegro se volvió a alzar, un destello de emoción e interés cruzando instantáneamente sus ojos mientras su rostro comenzaba a tomar color.

—¿Ya no le tiene miedo a la oscuridad?

—Ya está aprendiendo a superarlo, se ve más tranquilo, sobre todo con la nueva enfermera que se ocupa de él.

—¿Una nueva enfermera?

—Es joven y linda, muy linda, cuando la conocí me dijo que habíamos estudiado en la misma preparatoria y me había visto algunas veces, pero no me suena ni un poco la verdad.

Under The Blooming Roses (MINAYEON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora