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Lollipop

Como los rumores dictaban Myoui y Hirai volvieron a ser las buenas amigas de siempre, pero ésta vez siendo totalmente sinceras la una con la otra, sin ningún tipo de engaño o truco.

La misma japonesa estaba sorprendida por el hecho de que Mina lograra perdonar cada uno de sus errores cometidos, desde el más absurdo hasta el más delicado de todos sin vacilar ni un segundo.

Bastaron sólo un par de días para que volvieran a quererse la una a la otra de la misma forma en que siempre lo habían hecho, llenándolas con eso de una felicidad que no eran capaces de explicar de ninguna manera posible.

Pero, toda brillante luna tiene su lado oscuro, y siempre es el que nunca se nota.

Al volver la relación entre el par de amigas la relación que Mina tenía con Nayeon pasaría a segundo plano, todos sabían aquello.

Pero lo que Nayeon no sabía era que en el segundo plano no era donde quedaría, sino totalmente fuera de la vida de Mina.

Ya había ido varias veces a su casa a visitarla, o mejor dicho intentado, pues cada vez que estaba por tocar la puerta escuchaba a la japonesa desde dentro de la casa hablar animadamente con la que pensó era su amiga, por lo que siempre terminaba regresando a su apartamento con el rabo entre las patas.

La coreana nunca intentó llamar a la menor por mero orgullo, pero no iba a mentir, le dolía que la otra no intentara contactarse con ella de ninguna manera a pesar de saber que no había asistido a ninguna de las veces que se suponía debía ir a su casa a estudiar.

Ni siquiera en clases era capaz de hablarle pues Mina siempre estaba demasiado ocupada intercambiando mensajes de texto con Momo a escondidas del profesor.

Nayeon estaba harta.

Pero también desesperada.

No había estudiado en días, y en cuanto el día anterior a la prueba llegó empezó a sentir la verdadera presión, sensación de la cual Mina siempre la había mantenido alejada sin saberlo.

No le quedaba otra opción que enterrar su orgullo treinta metros bajo tierra.

Estacionó su motocicleta con todo el silencio posible frente a la casa de Chris simplemente para ver desde un ángulo mejor la ventana de la menor, rezando por no ver detrás de ésta a la japonesa.

Pero entonces una sonrisa se dibujó en su rostro al ver a través de la ventana a la tierna pequeña japonesa bailando por toda su habitación como loca, usando su cepillo como micrófono mientras cantaba alguna canción que Nayeon no era capaz de escuchar.

Totalmente sola.

Nayeon fue directamente a la casa de ésta y tocó el timbre, esperando ansiosamente a que la madre de la adolescente abriera la puerta, pero al escuchar los rápidos pasos que bajaban por las escaleras pudo deducir muy fácilmente que la mujer no estaba.

—¿Nayeon? —Lo primero que la coreana vio al abrirse la puerta fue la confusión en el semblante de la castaña, cosa que la hizo sentirse inevitablemente incómoda, pero aquella sensación desapareció poco a poco en cuanto se formó una gran sonrisa alegre en el dulce rostro de ésta—. Ya me estaba preguntando por qué no habías venido.

No te lo preguntaste lo suficiente.

Las palabras que brotaron en la cabeza de Nayeon fueron retenidas por obvias razones, disimulando las ganas que tenía de soltarlas formando una pequeña sonrisa mientras seguía a la menor al piso de arriba.

—¿Hiciste una fiesta aquí o qué? —Bromeó Nayeon al entrar al cuarto de la castaña, haciendo a ésta reír al notar su propio desorden.

—Momo subió un rato después de traerme.

Under The Blooming Roses (MINAYEON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora