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Infancia

El día anterior, a petición de Nayeon, lo pasaron en casa de Mina, junto a la figura materna más cercana que Bang Chan tenía y toda su familia, su familia real.

Mina y su madre no tenían idea de lo que pasaba, pero por alguna razón esa pequeña reunión, compartiendo risas, comida e historias viejas, se sentía como un adiós, así que hicieron lo posible para que fuese una noche memorable, a pesar de la tristeza que los cuatro chicos desprendían de su aura.

A insistencia de la mujer, todos pasaron la noche en la casa, específicamente en el cuarto de Mina, llevando a cabo una pijamada con la intención de revivir viejos recuerdos de las madrugadas.

—Cuando Bang Chan era un niño temía a la oscuridad —Recordó Mina entre una pequeña risa, haciendo que el nombrado tapase su rostro con sus manos y se tirara de espaldas al suelo chillando avergonzado—. Cuando hacíamos pijamadas teníamos que buscar entre las cosas viejas de mi hermana una de esas luces para bebés, incluso le compramos una en su cumpleaños, tenía forma de gatito y era de color verde, de verdad le gustó mucho.

—¡¿Por qué siempre tienes que recordarme eso?!

Todos rieron en conjunto consumidos en ternura ante la idea de un pequeño Bang Chan acurrucado entre las sábanas de su cama, durmiendo plácidamente mientras una tenue luz verde iluminaba las dulces facciones de su cara.

—Eras muy tierno, Oppa.

—Cierra la boca, Mina.

—Cuando a penas nos conocíamos fuimos a vivir juntos en la casa de un amigo de Bang Chan —Habló Hyunjin, una sonrisa llena de nostalgia deslumbraba su rostro—. Yo aún tenía demasiado miedo como para dormir solo, ni siquiera con todas las luces encendidas podía conciliar el sueño, por lo que Bang Chan comenzó a dormir conmigo, y a pesar de que él odiaba el contacto físico me abrazaba, porque le conté una vez que mi madre lo hacía cuando estaba asustado, todas las noches aparecía en mi cuarto con su almohada en mano y sin decir nada se recostaba a mi lado.

—Durante el primer año que dejé mi casa visitaba todos los sábados la tumba de mi madre —Susurró Nayeon, llamando la atención de todos a pesar de que el tono de su voz era demasiado suave y apenas eran capaces de escucharla—. Bang Chan me acompañaba todas la veces, yo siempre le llevaba tulipanes a mi mamá, eran sus favoritos, pero también eran de las flores más caras, y aunque no tuviéramos mucho dinero, y muchas veces debíamos pasar un día sin comer con tal de comprar los tulipanes, Bang Chan nunca se quejó, siempre iba junto a mí y dejaba un par de tulipanes sobre la lápida, inclusive le habló un par de veces solamente para decirle que me estaba cuidando apropiadamente, y que se encargaría de mantenerme saludable.

—Una vez... —La voz de Sana atrajo todas las miradas, parecía estar a punto de llorar en cualquier momento—. Cuando me di cuenta de que mi manera de amar no era igual a la del resto fue tan doloroso... tenía tanto miedo que simplemente no sabía qué hacer, y solamente llamé a Bang Chan, lloré y grité tanto durante tanto tiempo que ni siquiera me di cuenta de que mientras él me escuchaba estaba viniendo a mi casa. Me abrazó y me aseguró que todo estaría bien... sé que hemos tenido ciertas diferencias con respecto al tema, pero...

—Lo siento —Le interrumpió el mayor—. Lamento haberte dicho que eso no era amor real, me equivoqué estúpidamente. La verdad, no conozco un amor más hermoso del que ustedes tres tienen, Satang.

La expresión de Sana se congeló durante unos segundos antes de romper en llanto, sollozando con fuerza mientras tapaba sus ojos con sus manos, sus rodillas contrayéndose contra su pecho para esconder en ellas su rostro.

—Chan... —Las lágrimas fueron contagiadas enseguida por el rubio, quien no pudo aguantar a lanzarse sobre el mayor, abrazándole con fuerza, llorando sobre su hombro—. ¡No puedes irte! ¡Esto no es justo, no es justo! ¡Debe haber alguna manera de que las cosas sean distintas, esta no puede ser la única opción!

Under The Blooming Roses (MINAYEON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora