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Yeon

Las ruedas del auto comenzaron a perder velocidad poco a poco, yendo cada vez más lento hasta detenerse del todo, dando fin al camino que había estado postergando el destino de Mina.

Ni siquiera ella podía creer que en verdad estaba allí, y el rápido latir de su corazón se encargaba de dejarle bien en claro que lo que estaba viviendo no era un sueño.

—¿Ustedes no vendrán? —Inquirió a las dos chicas que le acompañaban al ver que no daban ni un sólo indicio de siquiera querer abrir las puertas.

—No lo tenemos permitido —Respondió Jeongyeon, mirando a la menor a través del retrovisor—. Esto es algo de Nayeon, y nosotras no somos lo suficientemente cercanas a ella.

—No tienes por qué preocuparte —Sonrió Chaeyoung, girándose para apretar con cariño la mano de la pelirroja—. Lo harás bien.

—No puedes saber eso...

—Por algo Nayeon quería que vinieras tú.

Soltando un último suspiro Mina concentró en su pecho todo el valor que su tembloroso cuerpo tenía antes de abrir la puerta del auto y salir de éste, cerrando de vuelta la puerta tras su salida.

Sintió a su sensible corazón caer sobre la palma de su mano en cuanto encaró el entorno que le rodeaba, concentrándose únicamente en el campo lleno de flores y cemento frente a sus ojos.

Aguantando la respiración se encaminó por los pequeños senderos de césped al interior del lugar, absteniéndose de mirar los reconocimientos que se alzaban del suelo durante todo su recorrido, el cual duró unos pocos segundos antes de encontrarse tres siluetas que conocía muy bien.

Bang Chan, Hyunjin, y Sana se encontraban de pie a unos cuantos metros de ella, todos dándole la espalda hasta que llegó lo suficientemente cerca para que el ruido de sus pisadas llamara su atención, logrando hacerles girarse durante unos pocos segundos, tiempo suficiente para que la japonesa fuera capaz de notar las lágrimas acumuladas en los enrojecidos ojos de cada uno.

Volvieron a voltear hacia donde su atención estaba puesta antes, por lo que Mina simplemente se paró junto a ellos, mirando al mismo punto que ellos veían.

A un metro frente a ellos la pequeña castaña que era muy conocida para Mina se encontraba arrodillada sobre el césped, dándoles la espalda sin parecer que se hubiera dado cuenta de la presencia de la pelirroja, encarando una lápida de cemento que tenía inscrita las palabras:

"Im Sunhee.
Buena esposa y amorosa madre".

—Creo que esta vez te debo más una disculpa que otra cosa —Murmuró Nayeon en un hilo de voz, sin embargo, su voz era lo suficientemente fuerte para que los chicos fueran capaces de escucharla con la ayuda del enorme silencio del lugar—. Intenté convertirme en la hija que querías, pero creo que usé eso más como una excusa para hacer lo que quisiera sin sentirme culpable... parece que no habrá ni una sola vez que pueda venir aquí para solamente desearte un feliz cumpleaños, ¿verdad?

»Las cosas no han ido tan bien como lo esperaba... pero al menos esta vez es por un bien mayor, y uno realmente bueno, mamá. Creo que esta vez sí podrías sentirte orgullosa de mí, o al menos sólo un poco. Sé que aún no ha cambiado mucho, pero esta vez estoy intentando que las cosas mejoren, aunque no todo vaya como planeaba.

»El año pasado conocí a una chica que estoy segura de que amarías tanto como yo lo hago, me habría gustado que hubiese podido venir para conocerte, pero cometí un error que no pude arreglar, y... ya sabes, la cagué otra vez, pero al menos vinieron los chicos... los recuerdas, ¿no? ¿Bang Chan, Hyunjin, Sana? Son mi única familia ahora mismo, están cuidando bien de mí.

Under The Blooming Roses (MINAYEON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora