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Ciego y sordo

—¿Qué debería ponerme?

—Lo que tú quieras, sólo procura que tenga algo azul o parecido.

—¿Puedo usar mi ropa?

—¿Por qué no?
—La otra vez me dijiste que no podía vestirme como yo lo hago.

—Porque no estaría contigo —Sonrió con calidez, abrazando por la espalda a la japonesa aunque ésta no fuera capaz de despegar la mirada de su armario en busca de algo que ponerse—. Ahora no te dejaré sola así que no tengo que preocuparme de que alguien se te acerque.

—Entonces, ¿puedo ir en mi pijama de pinguinos? —Bromeó sin demasiada gracia, en realidad estaba muriendo de nervios, y fue básicamente eso lo que hizo a Nayeon soltar una carcajada sobre su oído.

—Es una fiesta, no una pijamada.

—¿Sería inapropiado ir en vestido?

—Hmm... no lo creo, pero tal vez sea más cómodo ir en pantalones.

—Pero quiero usar un vestido —Murmuró al hacer un puchero, ganándose con ello un beso en la mejilla de parte de Nayeon antes de que ésta la soltara.

—Está bien, pero procura ir acorde a...

—Los colores, lo sé.

—Voy a darme una ducha, espero estés lista para cuando vuelva...

—Lo estaré.

Bajando las escaleras del apartamento Nayeon soltó un suspiro antes de meterse al baño y posteriormente a la ducha.

Ya lo tenía todo planeado, había llegado a un acuerdo con Bang Chan y Hyunjin para que ninguna persona peligrosa en exceso asistiera ese día, y en cambio invitaron a ir a la mayoría de los novatos y algunos amigos cercanos y confiables.

No debía de estar nerviosa, pero lo estaba.

Mina le preocupaba infinidades, ella no pertenecía a ese lugar y lo único que quería era que se alejara, sabía que tenía curiosidad, por lo que decidió planear todo para pintar aquel refugio como un club cualquiera y acabar con sus ganas de ir, así que simplemente organizó una fiesta.

También tenía planeado confesarles a sus amigos que Mina era su novia, y esa era una de las razones más fuertes por las que quería morir.

Eran básicamente toda la familia que tenía, era lo mismo que presentarle una pareja a sus padres, y que aquellos dos lo fueran no era nada tranquilizante.

—¿Nayeon? —Al escuchar la voz de Mina fuera del baño la coreana cerró un poco la llave del agua, dándole a entender de esta manera a la otra que la estaba escuchando—. Hice un poco de café, ¿quieres?

—Por favor —Sonrió levemente para luego de escuchar los pasos de su novia alejándose terminar de cerrar la llave y salir de la ducha, secando su cuerpo con una de sus toallas para después vestirse con la ropa que ya había dejado allí, lo que eran unos simples pantalones de cuero, una camiseta blanca y zapatos deportivos grises con bastante altura.

Al salir lo primero que vio frente a sus ojos fue una taza de humeante café puro sobre la mesita de su sala, no dudó en tomarlo entre sus manos y darle un largo sorbo, sonriendo al sentir aquel delicioso sabor cubrir su paladar.

Mina no llevaba ni cuatro días viviendo con ella y ya sabía cómo le gustaba cada cosa en su hogar.

Sonriendo al ubicar a la japonesa parada frente al gran ventanal que daba a la nocturna ciudad de Seúl caminó hacia ella, dejando un beso en uno de sus desnudos hombros antes de analizar su vestimenta.

Under The Blooming Roses (MINAYEON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora