29: Muerte.

187 23 3
                                    

Durante días el duque estuvo ocupado. Entre vigilar a los soldados, atender reuniones con los jefes de Piedras y evitar que su esposa leyera los libros eróticos que por algún motivo seguían apareciendo en su recámara, podría decirse que el Duque tenía las manos llenas. Estaba dividido entre sus deberes reales y el deber con su esposa. Incluso si era mucho más importante todo lo demás, el Duque siempre llegaba a tiempo para detener a Luo Fei cada que el joven abría uno de esos malditos libros.

Luo Fei por otro lado estaba muy feliz. Ahora que los soldados estaban ahí, era más fácil salir a jugar. Si quería salir y jugar un poco en la nieve, solo tenía que caminar unos cuantos metros antes de encontrarse con un grupo de soldados listos para vigilarlo en caso de algún accidente. Así su esposo podía encargarse de las cosas aburrida.

Había solo un pequeño problema.

Luo Fei solo quería jugar todo el día, pero la gente de Piedras Blancas esperaba que su líder hiciera algo para defenderlos del ejército del emperador. Luo Fei no sabía que hacer, por lo que inocentemente dejo que su esposo se encargara de todo. Hasta le dijo a la sacerdotisa que el duque actuaría como líder en su lugar. Ésto molestó a muchos, pero viniendo de Luo Fei era una orden que nadie allí podía rechazar. Así, el duque terminó ocupando las funciones de líder de Piedras Blancas.

Los días de Luo Fei fueron divertidos. Su esposo también le dió un arco y flecha que usaba de vez en cuándo para practicar junto a los soldados. Han Jun le daba halagos porque era muy bueno con su arco. Oh, y Song Lao empezaba a enseñarle maniobras con la espada.

¡Todo era tan divertido!

Aunque quizás habría sido más divertido si Luo Fei no supera que todo ese entrenamiento y "juegos" eran el modo de prepararse para la lucha con el emperador. El ejército no tardaría en llegar y cuando lo hicieran habría consecuencias. Luo Fei lo sabía.

Sus amigos, la gente de Piedras Blancas… todos podían morir. E incluso si no morían, iban a quedar marcados por el encuentro con las fuerzas del emperador. Sangre correría.

Pero Luo Fei intentaba no pensar en ello todavía.

No cuando aún podía jugar y fingir que nada malo estaba a punto de suceder.

Cómo todos los días se encontraba en el bosque con los soldados. Han Jun le estaba enseñando como reparar sus flechas si se rompían y Song Lao afilaba algunas espadas. El resto de los soldados se enfrentaba en peleas de entrenamiento. Había cierta paz en el bosque. Todos hacían algo que les mantenía ocupados y con la mente tan puesta en ello que no reparaban en los demás por mucho tiempo.

Luo Fei repitió el proceso que había hecho Han Jun y reparó una flecha rota. Alegre, aplaudió para felicitarse a sí mismo por su logro.

El peliblanco soltó una risita cuando Han Jun decidió lanzar bolas de nieve a la espalda de Song Lao, quien gritó de una manera poco varonil. El soldado se dió la vuelta, sus ojos encendidos con ira la cual desapareció tan pronto como vio que Han Jun estaba riéndose a carcajadas. Con una mirada suave, volvió su atención a las espadas que afilaba.

Luo Fei estaba muy feliz. Quería hacer que Han Jun y Song Lao se enamoraran. Así podrían ser felices.

—Han Jun.

—¿Si, Duquesa?— respondió inmediatamente el soldado, alzando la vista para mirar al peliblanco.

—¿No te gusta Song Lao?

Han Jun rompió una flecha que estaba entre sus manos cuando escuchó la pregunta de Luo Fei. Por la brusquedad de sus acciones la madera rota se enterró en sus manos.

Esposa Forzada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora