10: La llamada del emperador.

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Mediante ésta carta, Su Majestad el Emperador exige la presencia del Duque Xu y su esposa para la celebración del inicio del invierno anunciado como el más largó en la historia de la dinastía.

Xu Lizhi leyó la carta con un ceño fruncido y los labios tan apretados que todo su rostro estaba contraído de manera exagerada. Todo aquel que estuviera cerca podría notar sin ninguna duda que el Duque Xu estaba molesto. Molesto era tal vez muy ligero. Debía decirse que estaba furioso. Iracundo. Con un aura tan homicida que nadie se atrevió a emitir ni un ruido.

La sala estaba en silencio. Los soldados, todos armados con espadas y lanzas, contuvieron la respiración mientras el duque Xu lanzaba la carta al fuego. Todos siguieron con la mirada al pergamino hasta que fue reducido a cenizas. Ninguno habló. Sabían que debían mantener silencio porque en ese momento el duque estaba realmente enojado. Puede que no supieran la razón ya que leer la carta era impensable para personas de su rango, pero sí sabían que nada bueno podía venir si el Duque estaba así de afectado por solo tinta sobre un pergamino.

El duque tranquilizó sus facciones ligeramente. Miró a los guardias y los envió fuera con un leve movimiento de muñecas. Miró las cenizas que hace poco contenían un mensaje y gruñó.

Pasaron horas antes de que abandonara su enojo. Para ese entonces ya había roto o volcado todo objeto en la habitación. Con los nudillos pulsando, se asomó a la ventana. Inmediatamente su mirada recayó en la adorable figura de blanco que corría en círculos por el jardín, gran parte de su cuerpo enterrandose en la nieve con cada paso que daba. Los rasgos del duque Xu se suavizaron repentinamente. No pudo contener la casi imperceptible sonría que se formó en sus labios mientras veía a Luo Fei siendo Luo Fei.

El invierno llegó poco después del segundo mes de su matrimonio. Luo Fei disfrutaba tanto la nieve que pasaba todo el día en el jardín, jugando y saltando con nada más que una ligera túnica blanca. Todos se habían preocupado, entre ellos el Duque, e incluso le habían conseguido ropa más gruesas para mantenerlo caliente. Sin embargo el joven las rechazó amablemente alegando que las personas de Montañas Blancas, como él, tenían cierta resistencia al frío. No les molestaba ni les hacía daño. Tan solo les hacía sentirse fríos, sin exagerar.

El duque Xu observó con atención a Luo Fei. Una risa amenazó con salir de su garganta cuando vió al pequeño Luo Fei empezar a lanzarle bolas de nieve a todos los guardias estacionados en el patio para atraerlos a su juego. Ninguno lo hizo porque el frío los estaba congelando. Ni siquiera pasó por sus cabezas unirse al joven.

Luo Fei de repente miró hacia arriba. Sus ojos se encontraron con los del duque y le envió una sonrisa tan dulce que el Duque Xu no pudo evitar bufar. Le parecía irónico que Luo Fei fuera tan dulce a pesar de la verdadera naturaleza de su matrimonio. No eran esposos. Al menos así no se sentía Xu Lizhi. Para él Luo Fei no era una esposa. Luo Fei era simplemente Luo Fei. Dulce, ingenuo y cariñoso Luo Fei. El niño que lo miraba como si fuera un santo cuando en realidad era todo menos eso.

El peliblanco saludó con la mano. Xu Lizhi no le devolvió el gesto aunque su cuerpo le pidió que lo hiciera.

Luo Fei no tardó mucho en volver a jugar alegremente.

Xu Lizhi le observó en absoluto silencio, sintiendo un profundo peso en su corazón ahora que el asunto de la carta se había hecho presente en su cabeza. Le dolía solo pensar en lo que podría sucederle a Luo Fei.

El duque Xu supuso que el emperador desearía ver a Luo Fei en algún momento. Su primo era caprichoso y arrogante; creía merece todo lo que su repugnante mente deseaba. Anhelaba la belleza tanto como anhelaba consumirla y arrebatarla de aquellas personas que no le daban lo que quería. Porque lo que quería no era una persona. Era a su esposa. O al menos lo que fue la emperatriz antes de padecer una horrible enfermedad que la había convertido en apenas un ser viviente.

Esposa Forzada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora