Luo Fei despertó con muchas dudas.
Dudas sobre si mismo, sobre su cuerpo, sobre el Duque y sobre todo lo que su familia había evitado decirle. Se sentía tonto ahora que pensaba en lo que su esposo había hecho. No era taaaan raro. O no debía serlo si su esposo lo hacía con tanta familiaridad.
Las reflexiones de Luo Fei fueron interrumpidos por un gruñido de su estómago que le recordó lo poco que había consumido en varios días. La comida era escasa en el camino y además hacían tanto esfuerzo cabalgando que parecía esfumarse a las pocas horas. Nunca estaba lleno o satisfecho, no como lo había estado con los numerosos platillos del palacio. Aunque ahora ya no le traía buenos recuerdos pensar en todo lo relacionado con el palacio. Ahí todos eran malos y crueles.
Tenía tanta hambre como tenía flojera de levantarse. No sabía qué era mejor, si permanecer acostado a la espera de que su esposo le llevará comida o levantarse e ir en busca de alimentos por cuenta propia. Tomar decisiones cuando uno acaba de despertar no es bueno. No es bueno en absoluto.
Luo Fei soltó un gemido de frustración cuando el vacío en su estómago se hizo demasiado notorio. No podía quedarse con hambre por más tiempo.
Salió de su recámara (supuso que era suya) con pasos lentos y flojos, avanzando a través de los pasillos en busca de su esposo. La habitación daba a un largo y extenso corredor que contenía más puertas, tal vez de otras habitaciones. No les prestó atención debido al gruñido en su estómago. Luego iría a explorar, por ahora solo quería comer.
No sabía dónde estaba la cocina. El hecho de que la encontrara en menos de una hora solo fue suerte.
Luo Fei revisó las alacenas buscando algo que comer. Desafortunadamente solo había cosas crudas y él en realidad no tenía ánimos para cocinar. Seguía cansado y con demasiada flojera para hacer algo importante.
Buscó hasta encontrar frutas y se sentó a comer tranquilamente.
Empezó a pensar.
Su esposo le había hecho sentir cosas raras. Le había tocado de forma rara. Todo lo sucedido en el baño la noche anterior era raro, pero no le daba miedo. No realmente. Se sintió bien, a pesar de lo raro que fue ser tocado en sus partes privadas.
Luo Fei se preguntó si le gustaría hacer eso otra vez.
Tal vez.
Eh, no había que pensar en ello todavía.
Luo Fei se comió las fresas que tenía en la mano con una gran sonrisa.
El duque apareció cuando le quedaba una sola fresa en la mano. Celosamente el peliblanco se la metió en la boca para no tener que compartir con su esposo, creando una imagen adorable con sus mejillas rellenas y labios manchados de rojo. Luo Fei estaba siendo infantil, sí, pero era adorable verlo.
—No pienso quitarte fruta de la mano, Luo Fei— comentó con diversión el duque.
Luo Fei solo entrecerró los ojos con desconfianza, apretando sus fresas.
—Eso es lo que diría para hacerme bajar la guardia.
La absurda situación hizo que el Duque se sintiera muy alegre de manera extraña. Su ánimo estaba elevado desde la noche anterior así que se encontraba de los mejores humores. De haber sido otro hombre, tal vez habría sonreído o incluso soltado una carcajada feliz. No fue así y de hecho la única muestra de su felicidad fue una leve curvatura en sus labios.
Luo Fei se veía tan celoso con respecto a sus fresas que lanzó un gruñido cuando la mano del Duque se acercó hacia él. Con un diminuto gruñido que al duque le pareció adorable, Luo Fei escondió las fresas y salió corriendo.
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Esposa Forzada.
RomanceLuo Fei es un segundo hijo de la familia Luo. Mimado por sus padres y hermanos desde que era pequeño, el pequeño Luo Fei apenas sabe qué existe tras las puertas de la mansión Luo. Nunca sale, debido a su incomparable inocencia y excepcional belleza...