12: Atareados en el palacio.

389 53 2
                                    

El Duque despertó con energía. La violencia del día anterior había estimulado su cuerpo y su mente por primera vez en mucho tiempo. La enfermedad en su cuerpo lo volvía un verdadero sádico, lo que implicaba cierto nivel de "emoción" luego de cometer actividades violentas. El día anterior no tuvo tiempo de explorar esos sentimientos porque estaba más concentrado en reconfortar a su esposa en un momento de tristeza.

Ahora que despertaba, podía sentir excitación en su cuerpo. Habría sido normal si estuviera solo.

El Duque ya estaba acostumbrado a dormir con Luo Fei invadiendo cada centímetro de su espacio personal. Sin embargo era diferente aquella mañana porque su cuerpo no estaba normal y tener a Luo Fei con las piernas alrededor de su cadera era una gran tortura. El Duque podía sentirlo, toda esa piel suave y delicada frotandose contra la tela de su ropa. La fricción que ejercicio éste movimiento sobre su ya despierto miembro era casi insoportable.

Luo Fei aún estaba dormido. El Duque apretó la mandíbula mientras repasaba algún modo de alejar a Luo Fei gentilmente. Demostró ser una tarea difícil cuando el joven se aferró a su cuerpo. Ni siquiera tenía sentido que fuera así.

El rostro de Luo Fei estaba cerca de su hombro. Su respiración era cálida. Estaba golpeando directamente el rostro del duque, quien deseaba alejarse lo más pronto posible.

La tensión solo aumentó cuando Luo Fei apretó las piernas. Sus suaves y acolchados muslos estaban frotando en todos los lugares correctos. O incorrecta en ese peculiar caso, ya que no quería excitarse más. Gentilmente intentó mover a Luo Fei lejos. Sin embargo no lo logró. Lo único que logró fue hacer que el muchacho se envolviera aún más a su alrededor, rodeandolo como una serpiente que quería asfixiar a su presa. En éste caso el Duque pensó que quizás él era la serpiente y el pequeño Luo Fei era una presa que se retorcía entre sus brazos sin la más mínima idea de lo fácil que sería devorarlo.

Luo Fei, ajeno a los pensamientos poco decentes que cruzaban la mente de su marido, despertó lentamente. Sus ojitos estaban húmedos por el sueño, pero parpadeó un par de veces para librarse de la molesta neblina en sus ojos. Miró el rostro de su esposo, tan feliz que fue incapaz de contenerse y presionó un beso contra los labios del hombre.

Luo Fei estaba moviendose mucho más ahora que estaba despierto, lo que provocó un problema porque ahora estaba consciente. El peliblanco abrazó con más fuerza al Duque, quien suspiró lentamente para calmarse. No ayudó para nada que Luo Fei de repente moviera su mano hacia la entrepierna del Duque.

—¿Esposo? ¿Se te olvidó soltar tu espada anoche?— preguntó Luo Fei con un tono tan inocente como el de un niño. —Creo que me está picando.

El Duque ahogó un jadeo cuando las manos de Luo Fei se acercaron a su palpitante erección.

Sin más opción, el Duque apartó bruscamente a Luo Fei y se levantó de la cama tan rápido que solo se pudo ver su sombra desapareciendo tras una puerta.

Fue una sorpresa muy grande para Luo Fei.

Supuso que su esposo tenía algo importante que hacer, así que se volvió a acostar y subió las sábanas hasta su mentón. Él aún ni quería salir de cómoda cama.

Luo Fei terminó abandonando su cama mucho más tarde. Nadie le había ido a despertar y pudo dormir hasta casi el mediodía.

Fue lo mejor.

Han Jun le esperaba fuera de su habitación con una mirada determinada. Su ropa parecía ser la misma del día anterior, algo que a Luo Fei le pareció raro. Además tenía todo el costado lleno de lodo, como si hubiera dormido en un granero (Luo Fei tenía experiencia con ello). Se preguntó si había pasado algo mientras dormía, pero pronto se distrajo.

Esposa Forzada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora