36: La esposa trabaja.

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Luo Fei llevó una vida perezosa recluido en los aposentos de la emperatriz con todo un séquito de sirvientes y eunucos atentos a sus órdenes. Aunque el joven no pedía mucho de sus acompañantes, éstos le seguían a todos lados sin falta. Luo Fei jamás podía moverse sin que alguien estuviera detrás suyo, rogándole que esperara o que se detuviera para ponerse ropa apropiada. El joven siempre salía a caminar. Los aposentos de la emperatriz eran gigantes, sin contar los inmensos jardines y patios. Nunca tenía tiempo suficiente para todo.

Luo Fei no fue obligado a nada, pero pronto descubrió que quedarse encerrado sin hacer nada no era tan divertido como parecía. Se aburría con facilidad. Fue por ello que cuando oyó que su esposo iba a salir a la capital, no dudó en ir con él.

Les prepararon un hermoso carruaje. Luo Fei no podía contener la emoción durante todo el trayecto desde sus aposentos hasta la entrada. Estaba tan emocionado por salir del palacio que ni siquiera se molestó en vestir adecuadamente o usar los accesorios que debía. Sólo salió con su túnica blanca y una horquilla sencilla en su cabello.

Se encontró a su esposo junto al carruaje. Luo Fei no perdió ni un segundo y se lanzó a los brazos de Xu Lizhi, quien le recibió alegre. O bueno, tan alegre como Xu Lizhi podía ser.

—¡Esposo!— chilló un emocionado Luo Fei. —¡Tenía tanto tiempo sin verte!

Se habían visto la noche anterior cuando Luo Fei le llevó una bandeja de dulces a la oficina donde su esposo trabajaba hasta tarde. Apenas habían pasado unas horas, así que las palabras de Luo Fei eran una tremenda exageración.

Xu Lizhi rodeó la cintura de su esposa con una mano y se inclinó hacia abajo para darle un beso. Sorprendentemente Luo Fei apartó el rostro justo al último minuto, causando que los labios de Xu Lizhi terminaran sobre su mejilla. Cuando el mayor iba a preguntarle, Luo Fei se subió al carruaje. No le dejó decir nada.

Confundido, Xu Lizhi le siguió al interior del carruaje.

Luo Fei empezó a hablar de todo lo que quería ver en la capital tan rápido que el incidente del besó fue pronto olvidado por el emperador. No pensó en ello durante todo el viaje.

—Esposo, creo que voy a visitar el orfanato— comentó Luo Fei de repente, atrayendo la atención de Xu Lizhi hacía sus hermosas facciones.

—¿Por qué?

—¿Hmm? Oh, oí a una de las sirvientas hablar sobre los niños del orfanato. La mayoría no tienen juguetes ni ropa nueva y me pareció triste. Quiero darles algo.

Xu Lizhi no tenía nada que decir al respecto. Si bien conocía los problemas que tenía la gente común, nunca había tenido tiempo para concentrarse en ellos. De vez en cuando entregaba dinero a los soldados para que lo repartieran como les pareciera bien, mas nunca se interesó en una causa específica.

Si Luo Fei quería ayudar y ser caritativo, su esposo no tendría ni una sola queja al respecto. Le daría tanto apoyo como pudiera.

Xu Lizhi regresó su mirada a la ventana. Su esposa era realmente generosa.

Como Xu Lizhi tenía otros asuntos que resolver, dejó a Luo Fei en compañía de Han Jun y Song Lao. Él iría con su escolta privada a atender ciertos deberes que le correspondían.

Luo Fei partió con una sonrisa. Le dió a su esposo un beso en la mejilla y se despidió amablemente antes de irse.

Cada quien siguió su camino.

Luo Fei no tardó mucho en llegar al orfanato. Él y sus dos acompañantes se mantuvieron en silencio hasta cruzar las puertas del orfanato. El lugar era muy sencillo. Para entrar había que cruzar unas altas puertas de madera. Adentro había un enorme patio y de alli se veían los pasillos, innumerables pasillos en los que se veía niños jugando y riendo. Luo Fei casi quiso unirse a ellos, pero los niños se le acercaron antes de que pudiera hacer algo.

Esposa Forzada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora