13: La esposa es mimada.

428 54 2
                                    

Luo Fei no creía ser mimado.

Creía honestamente que estaba en todo su derecho de hacer berrinches y chillar cuando no se le concedía todo lo que pedía. También creía que era el deber de su esposo conseguir cada uno de sus caprichos, sin importar qué tan raros o tontos fueran. Luo Fei sabía que muchos lo creían mimado (los soldados siempre hablaban de eso) pero realmente no creía que fuera cierto. Su esposo lo trataba como todo esposo debía tratar a su esposa.

Luo Fei pensó en ésto cuando despertó.

Su labio estaba hinchado. Y le dolía allí donde el duque había mordido hasta sacarle sangre. Además de eso, en su cuello aún palpitaba la brusca mordida que el duque había dejado impresa sobre su piel.

Luo Fei estaba molesto.

Muy molesto.

Nada podía calmar su ira hacia el duque, no importa que-

—Luo Fei, te traje dulces.

Bueno, Luo Fei realmente no podía seguir enojado cuando el duque estaba ofreciéndole una bolsa llena de dulces sin ningún tipo de restricción. Es más, alegremente se levantó a abrazar a su esposo para agradecerle por los dulces. El duque, tan indiferente como siempre, correspondió el abrazo de manera débil. A Luo Fei no le importó porque ya sabía que su esposo no era muy afectuoso.

El peliblanco tomó la bolsa y salió corriendo al cuarto de baño sin siquiera dirigirle una segunda mirada al duque Xu.

La imprudencia de Luo Fei era tan conocida que ninguno de los sirvientes (todos designados por el duque Xu en persona) se sorprendió de verlo salir en solo una túnica ligera a pesar del invierno. Todos conocían la falta de pudor y vergüenza de la esposa del duque. Inocencia, le decían muchos. Otros creían que era arrogante y mimado, pero esa percepción desaparecía cuando lo veían. Luo Fei era puro como ningún otro. El alma de un niño en el cuerpo de un joven.

Luo Fei se metió a bañar. El agua estaba fría, como le gustaba, así que se tomó su tiempo para refrescarse. Luo Fei estuvo en el agua durante veinte minutos. Luego se vistió con la ropa que le habían dejado en una silla cerca de la bañera. Ya todos conocían su rutina lo suficiente para saber qué hacer.

Luo Fei regresó a su habitación en busca del duque. Xu Lizhi estaba inclinado sobre una mesa, revisando un par de pergaminos que había allí. Luo Fei, ignorando los importantes papeles, se sentó en la mesa para obtener toda la atención de su esposo. Fue un error ya que su túnica se levantó y sus muslos fueron expuestos al nivel del rostro de Xu Lizhi. El Duque miró esos pálidos y suaves muslos con hambre, deseando morder y dejar sus marca a lo largo de toda esa deliciosa piel. Si pudiera marcar a Luo Fei cómo quisiera, sería muy placentero.

El Duque apretó los puños. Su mente seguía alejándose de vez en cuando. Desde la noche anterior sentía más deseo del normal. Le preocupaba que su primo hubiera puesto alguna sustancia en sus alimentos otra vez, para forzarlo a consumar el matrimonio. Xu Lizhi no se hacía ilusiones de que la virginidad de Luo Fei fuera un secreto para el emperador. El emperador era el hijo del cielo. Lo sabía todo, lo veía todo y creía controlarlo todo. Bueno, todo excepto a su primo.

Luo Fei notó que su esposo estaba dejando de prestarle atención, así que se cruzó su brazos y empezó a hacer un berrinche.

—¡Esposo!

—Come tus dulces, Luo Fei.

El peliblanco olvidó su berrinche al recordar que tenía una bolsa de dulces. La buscó pero no la encontró. Rápidamente una sirvienta entró a la habitación con la bolsa de dulces y la dejo frente a la puerta.

Esposa Forzada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora