La mañana del segundo día, Luo Fei despertó entre los brazos de su esposo. Su cabello estaba desordenado y había un diminuto rastro de saliva alrededor de su mejilla izquierda, que descendía hasta caer sobre la almohada. Su manera de dormir era muy parecida a su manera de actuar, relajada y despreocupada. Nadie pensaría que alguien de aspecto majestuoso cómo él podía llegar a ser realmente desordenado en todos los aspectos.
Luo Fei estaba acostumbrado al frío y por ello se le hizo bastante incómodo despertar rodeado de tanta calidez. Se removió, aún con los ojos cerrados y la boca derramando saliva sin parar a través de una esquina. Su nariz se arrugó al sentir calor en lugar del dulce frío que le acompañaba siempre. Tardó casi diez minutos en recordar dónde estaba después de retorcerse como una lombriz. Finalmente abrió los ojos solo para cerrarlos de nuevo al encontrar la intensa e inexplicablemente abrumadora mirada del duque puesta sobre él.
Luo Fei apretó los párpados con fuerza, indispuesto a ser visto de tal manera por el duque. No quería sentirse avergonzado.
Su padre siempre decía que dormía como un cerdo que se revuelca en el lodo. Era el único momento del día en que lucía mal, todo babeado y extendido a lo largo de la cama.
El pequeño Luo se quedó así por unos largos minutos, minutos en los que el Duque se dedicó a observar los delicados rasgos de Luo Fei en aquel momento. Era gracioso para él ver a Luo Fei así. Cada momento con su esposa le hacía sentir más y más curiosidad por el bello ser que había elegido como cónyuge. A pesar de que fue una elección basada por completo en la hermosura del joven, Luo Fei era mucho más que una simple cara bonita. El Duque, en tan solo dos días, ya podía deducir que su vida matrimonial sería muy entretenida (y no en el aspecto que él creyó al primer).
Luo Fei sintió que ya había pasado suficiente tiempo desde la primera vez que abrió los ojos, por lo que abrió su ojo derecho para observar al duque. Volvió a cerrarlo al encontrarse otra vez con la mirada del duque. Suspiró profundamente antes atreverse a hacerlo otra vez.
El Duque cerró los ojos porque supuso que Luo Fei estaba en realidad avergonzado de su actual aspecto descuidado. Fingió dormir el tiempo necesario para que Luo Fei se levantara por su cuenta y corriera a darse un baño a la otra habitación. Cuando desapareció a través de las puertas, el Duque suspiró entretenido.
En serio le divertía su esposa.
Por otro lado Luo Fei se dió un baño muy prolongado mientras sus pensamientos saltaban de un lado al otro, dando vueltas sin sentido dentro de su cabeza. Las sirvientas le ayudaron a lavar su largo cabello blanco con pequeños cuencos de agua caliente, pues era bastante difícil hacerlo él mismo. Todas ellas venían desde la mansión Luo y estaban instruidas para servir a Luo Fei. Sus lealtades iban hacia él, no el duque, algo de lo que Luo Yun-xi se encargó antes de dejarlas partir. Todas tenían que ayudarlo en todo lo que quisiera.
Después del baño cálido, Luo Fei salió de la bañera con una gran sonrisa. Buscó una toalla para cubrir su cuerpo y lo hizo, para luego empezar a ponerse sus preciosas túnicas blancas.
Luo Fei apenas terminaba de vestirse cuando alguien entró. No creyó que fuera nadie importante, de seguro una sirvienta que iba a ayudarlo, así que siguió con lo suyo sin darse la vuelta. Sintió los pasos y eso cuerpo que se detuvo a sus espaldas. Algo confundido miró por encima de su hombro ya listo para decir que no estaba cómodo con tal cercanía.
Sin embargo resultó que no era ninguna sirvienta. Era su esposo, ya vestido con las túnicas formales que siempre usaba.
—¿Esposo?— Luo Fei sonrió al ver al duque. A él le agradaba mucho estar con su esposo.
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Esposa Forzada.
RomanceLuo Fei es un segundo hijo de la familia Luo. Mimado por sus padres y hermanos desde que era pequeño, el pequeño Luo Fei apenas sabe qué existe tras las puertas de la mansión Luo. Nunca sale, debido a su incomparable inocencia y excepcional belleza...