24: Serpientes y cuevas; Guerra en nuestra puerta.

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Luo Fei disfrutó el breve tiempo en calma que pasó junto a su esposo.

Sin embargo, por más feliz que fuera, ese breve tiempo tuvo que llegar a su fin mucho más pronto de lo que le hubiera gustado. Aquel día prestado en el que solo fueron él y su esposo terminó, dando paso a días oscuros y llenos de planes. La guerra era inminente. Los recursos cada vez más escasos. La esperanza se iba apagando en la mayoría.

Luo Fei se mantenía al margen de todo por órdenes de su esposo. Nadie le decía nada. Nadie le compartía los planes. Estaba completamente aislado de lo que sucedía en la mansión.

El joven no tenía mucho que hacer durante el día, pues su esposo y los demás se hallaban ocupados haciendo sus estrategias secretas a puerta cerrada. Luo Fei no podía hacer mucho en soledad. Se entretenía dibujando y estaba aprendiendo a coser, pero era difícil concentrarse en cosas alegres cuando la amenaza se cernía siempre sobre él y su esposo. Encerrarse a coser no le hacía sentir bien, porqué sentía que estaba siendo inútil mientras su esposo enfrentaba los miles de problemas que parecían rodearlos.

¿Es que no tenían derecho ni a un momento de paz?

Parecía que no.

Luo Fei estaba tratando de elaborar una bufanda para su esposo. El clima era muy extraño dónde estaban. Aunque había un desierto a varios kilómetros, los soldados le dijeron que el invierno también llegaría con bastante fuerza a la mansión.

Así que una bufanda estaba haciendo para su esposo.

Era roja, tenía muchos agujeros y la costura no se entendía. Sin embargo era un regalo. Y los regalos no siempre tenían que ser bonitos, pero tenían que nacer del corazón.

Luo Fei terminó de coser la bufanda y sonrió con satisfacción. No era bonita. Solo era una bufanda que había cosido para su amado esposo. Eso la hacía especial.

Dejando la bufanda en la cama, Luo Fei empezó a dar vueltas por su recámara. Había poco que hacer. Podría ponerse a limpiar si limpiar fuera lo suyo. La verdad es que sí lo intentaba iba a terminar ensuciando más que limpiando. Se conocía a sí mismo lo suficiente para no intentar cosas que le saldrían mal.

La puerta se abrió.

Luo Fei se emocionó tanto que corrió a la puerta para recibir a su esposo. El Duque ni siquiera había puesto un pie dentro de la habitación cuando el pequeño cuerpo de Luo Fei estaba entre sus brazos. Sostuvo la cintura del joven suavemente mientras éste se aferraba a él como una serpiente, cada extremidad envolviéndose alrededor de su cuerpo en un agarre casi asfixiante.

—¡Llegaste temprano hoy!

Luo Fei estaba brillante de felicidad.

Los últimos días solo veía a su esposo ya entrada la noche, cuando finalmente estaba libre de sus deberes. Lo quería mucho. Y lo extrañaba muchísimo cuando no estaba.

—¡Esposo, te hice un regalo!— anunció el pequeño peliblanco.

El duque, aún aturdido por tener a Luo Fei encima de repente, solo atinó a sonreír tras procesar las palabras del menor.

Luo Fei estaba muy feliz con la sonrisa del duque, así que le dió un beso apasionado que los dejó a ambos recuperando el aliento después de unos. Luego, como si nada, Luo Fei empezó a reírse de la manera más adorable posible antes de bajarse de su esposo. Corrió hacia la cama para buscar la bufanda, pero en su apuro tropezó y se raspó una rodilla.

Lejos de entristecer, Luo Fei solo frunció el ceño e hizo un puchero.

El Duque lo recogió entre sus brazos fácilmente. Siendo el niño mimado que era, Luo Fei sonrió satisfecho y rodeó los hombros del duque con sus pequeños brazos delgados. El duque estaba de buen humor y decidió acostarse con su esposa encima suyo.

Esposa Forzada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora