25: Piedras Blancas.

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Varias cosas pasaron por la mente de Luo Fei cuando despertó. La primera fue que el clima estaba perfecto. La segunda que debió llegar el invierno para que se sintiera tan cómodo fin la temperatura. Y la tercera, que era muy extraño no poder sentir la presencia de su esposo junto a él.

Éste último pensamiento fue el que le hizo levantarse sobresaltado. Los recuerdos vinieron a su mente tan rápido que por un instante se sintió abrumado. Finalmente pudo recordar todo.

Las campanas.

Los soldados.

El hombre de negro.

Su esposo yendo a rescatarlo.

Su esposo…

Luo Fei intentó ponerse de pie, pero sus piernas cedieron bajo él. Acababa de despertar y no estaba en su mejor momento. La noche anterior fue manejado como un costal de papas. No puede ni recordar cuantas veces fue pasado entre los brazos de los muchísimos hombres vestidos de negro mientras caminaban.

Ahora estaba consciente.

Podía ver a su alrededor.

Estaba en una especie de casa. Era muy pequeña, pues desde su lugar en el piso podía ver tanto la habitación como el comedor a unos cuantos metros. Las paredes parecían estar hechas de barro o roca. El techo era de un material bastante llamativo, tenía un color entre rojo y negro que Luo Fei no podía describir del todos. El suelo además era rústico al pisar.

Luo Fei se examinó a sí mismo y descubrió que tenía la misma ropa. Le tranquilizó saber que no le habían hecho nada raro mientras dormía. Bueno, sólo a su cabello al parecer. Le habían atado el cabello en varias trenzas decoradas con unas extrañas pelotitas con símbolos. Tendría que preguntar qué eran después.

Descalzo (no encontró nada remotamente parecido a unos zapatos) dió los primeros pasos temblorosos hacía la puerta (más bien tela de cuero) que separaba la casa del exterior. Con sus manos iba tocando las paredes para ver qué tan resistentes eran. Seguía cauteloso, pero era Luo Fei después de todo. Su curiosidad era más grande que su miedo.

Cuando salió fue recibido por un paisaje que parecía salido de sus más alegres sueños.

Todo estaba cubierto de nieve.

Absolutamente todo estaba cubierto de nieve. El frío que sentía era por el constante descenso de la nieve, que bajaba en pequeños copos hasta acumularse en el suelo. El suelo, las calles, la gente. Todo era blanco y estaba cubierto de nieve.

Luo Fei siempre supo que su aspecto era extraño. Cabello blanco y piel pálida. Eran rasgos que lo hacían único según su padre. Pero aquí todos eran iguales. Todos lucina similares a él, de una u otra forma.

Había niños corriendo y jugando con las pilas de nieve en las esquinas. Mujeres atendiendo puestos en las calles. Hombres charlando mientras bebían alrededor de una mesa. Jóvenes sentados con dulces en las manos. Era muy lindo ver todo esto, sobre todo porque el frío era como una caricia a la piel de Luo Fei. Adoraba el frío. Más que muchas otras cosas.

Éste frío se sentía diferente. Era difícil de explicar. Se sentía como…

Cómo el calor que sentía al ser abrazado por su esposo. Se sentía como su hogar.

Luo Fei avanzó tentativamente por el lugar. Nadie le miró más de una vez. Todos estaban en lo suyo. O eso hasta que un rostro familiar se acercó.

—¿Que haces afuera?

Luo Fei solo parpadeó al ver un hombre de cabello blanco y ojos claros frente a él. Le tomó unos segundos y un par de parpadeos recordar quién era.

Esposa Forzada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora