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Después de la alborotada fiesta ya era de madrugada, los cuatro se encontraban en la casa del pelinegro en un sofá del salón. La conversación animada pasa de ser un tema serio. Hay una atmósfera de tensión por parte de Ren y Teruko mientras que Mitsuru y Seiji estaban expectantes esperando que hablara, pues a lo que en realidad les invitaron a quedar fue para hablar sobre un tema muy importante que tanto el pelicastaño como el peliazul necesitaban expresar.

—Teníamos algo que decirles
—Ya dinos qué es— Rechistó Seiji.
—Ren y yo nos dimos cuenta de que sentimos algo más por ustedes que una simple amistad
—¿En serio?

Seiji de lo sorprendido que estaba lanzó su vaso y gritó

—¡¿QUÉ?!

Antes de que pudiese continuar expresando su sorpresa el pelinegro Mitsuru habló antes con ellos.

—Entiendo. Podemos salir, por mí está bien.
—¡¿De verdad Mitsuru?! ¡¡te amo tanto!!

Teruko se aproximó a él y lo abrazó.

—Seiji ¿tú qué piensas?
—¿Qué pienso? estás muy mal

Se levantó.

—No quiero verme involucrado en nada de esto. Me marcho.
—Pero-

El peliazul trató de detenerlo pero él le dio un manotazo

—No..

En ese entonces se marchó.
La sala se tornó en un abrumador silencio, no todo salió como lo habían esperado. A pesar de todo había algo que Teruko no podía sacarse de la cabeza, la expresión de Seiji antes de marcharse, no era una de enojo sino que se trataba de una expresión triste.

«¿Por qué será?» Se cuestionó a si mismo.

Por otro lado Teruko se da cuenta de la tristeza que siente Ren después del rechazo y decide estar ahí para apoyarlo y consolarlo, ya que significa mucho para él, lo comprende y no quiere verlo apenado.

El tiempo transcurre en lo que ahora es un ambiente algo incómodo entre Seiji y los demás, el pelinegro quien es el que siente menos y es el más lógico de los cuatro, está harto de esta situación actúa.

Uno de los días de Universidad Mitsuru se encontró casualmente con Seiji en el cobertizo.

—Oye, necesito hablar contigo en privado.

El rubio sin más remedio aceptó.

—¿Qué es lo que quieres?— Dijo molesto.
—No creo que en realidad estés enfadado con nosotros
—¿Por qué dices eso?
—Yo sé que en el fondo estás enamorado de mí, pero no te atreves a admitirlo
—¡Eso no es cierto!

Le gritó enojado.

—Admítelo, no hay problema en que estés enamorado
—¡No tengo nada que admitir! eso no es lo que siento
—Puede que a ti mismo si, pero a mí no me engañas.
—¡¡Vete al carajo!!

Mitsuru se aproximó a él, estando enfrente suya, su rostro lucía serio y relajado como siempre entre que trataba de tranquilizarlo.

—¡Estúpido imbécil!
—Cálmate
—¡No! ¡Tú, basura!

Se hartó. En cuanto escuchó el peor insulto que Seiji le dijo su rostro cambió, estaba tan enojado que cogió sus manos con fuerza y se situó encima de sus piernas para que no pudiese resistirse.

—¡Te dije que te calmes!

Aquel estruendoso grito dejó sorprendido al rubio, nunca antes lo había oído alzar la voz, así que justo en aquel momento se quedó asombrado.

Otokonoko MaidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora