Capítulo 23

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Tener mi casa y vivir solo era lo que siempre había deseado, y cuando lo logré pensé que por fin había cumplido mi sueño. Estudiaba lo que me gustaba, tenía un trabajo bien pago y una casa propia, pero mientras más pasaba el tiempo, más insatisfecho me sentía.

Todo cambio cuando me mude con Kaiser, seguía teniendo el mismo trabajo y estudiando, pero su compañía hizo que no me sintiera tan solo y aun mejor, su sola presencia hizo que mi vida cambiara completamente, mostrándome un mundo interesante y haciéndome experimentar cosas que un humano común no podría vivir.

Aun con todo eso, había una pregunta que seguía rondando por mi cabeza:

—¿Estás seguro de que no te molesta que viva contigo?

Recibo una mirada confusa ante la pregunta que le hice. Tiene sentido, hace unos segundos él estaba poniéndome una mascarilla en el rostro, sentados cómodamente en el sillón de la sala de estar con varias golosinas en la mesa a nuestro lado, y sin ningún aviso preguntó si él está cómodo conmigo aquí.

—Tu nunca molestas, es agradable tenerte aquí y la casa es menos solitaria contigo.

Sonreí por sus palabras y tomé un chocolate. Hoy era uno de esos días donde nos quedamos hablando toda la noche, viendo películas mientras devoramos dulces o cualquier otra cosa para pasar el rato.

—Bien, te creo, de todas formas ya me estoy acostumbrando a verte todos los días.

Kaiser se ríe con su voz melodiosa, un sonido muy familiar y agradable para mi. Termina de esparcir la mezcla de la mascarilla por todo mi rostro y agarra su copa de vino que estaba situada en la mesa rectangular junto a los bocadillos.

Un repentino recuerdo apareció por mi mente, me recosté un poco en el apoya brazos del sillón, de forma que mis piernas quedaron encima de los muslos de Kaiser.

—¿Vamos a hablar de tu extraordinaria y muy romántica confesión de amor?

Kaiser volvió a dejar la copa en su lugar y acarició una de mis piernas.

—Si eso quieres, pero no me arrepiento de nada de lo que dije —expresó con un leve rubor en sus mejillas.

—Lo sé, y es lo que más me gusta.

Ante mi respuesta, quitó mis piernas y se posicionó encima de mí, con sus brazos a cada lado de mi cabeza para amortiguar el peso. Dejó un suave beso en mis labios, con cuidado de no tocar la mascarilla, sus labios tenían el sabor del vino tinto que estaba bebiendo hace unos momentos, pero en vez de ser desagradable, fue hasta adictivo y me hacía desear más de él.

—Si tanto te gusta, podría decirte esas cosas mas seguido —murmuró, su nariz se rozó con mía y luego se quejo, al parecer había olvidado la mezcla que teníamos en nuestra cara—, vamos a quitarnos las mascarillas, no puedo besarte apropiadamente.

Ambos nos levantamos y subimos las escaleras, caminamos unos pocos metros mas y abrí la puerta de color negro que llevaba al baño. Como siempre, todo estaba ordenado y reluciente.

Me dirigí directamente al vanitory y abrí el agua, regulando para que sea tibia. Moje mi rostro con abundante agua y una vez termine, agarre la toalla que estaba colgada a un lado para secarme. Kaiser copió mis movimientos y en poco tiempo estábamos libres de la mascarilla.

Al terminar, lanzó la toalla sin importar donde caía, me atrajo me atrajo hacia él y me beso con más intensidad, sus manos viajaron a mi espalda, subiendo ligeramente mi camiseta y acariciando mi piel. Sentí que mi piel quemaba con cada parte que él tocaba y el calor aumentaba con cada segundo que pasaba.

Kaiser empujó mi cuerpo hasta la pared, un gemido salió de mis labios por el impacto y por instinto rodee con mis brazos su cuello. El beso comenzó a subir de nivel, cada vez más exigente y necesitado.

Llamado De La Noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora