Me sentí expuesto ante ellos, lo último que necesitaba era que sintieran pena por mí. Mi orgullo era lo suficientemente grande como para permitir aquello.
—¿Por qué no dijiste nada, Jack? —preguntó Norte en voz baja.
—Estoy acostumbrado a resolver los problemas por mí mismo, no tiene importancia —dije con desdén.
—Claro —me miró Peter con una ceja alzada—, ¿y tampoco le diste importancia al hecho de que te volvías menos poderoso?
Me quedé en silencio, petrificado. Resultaba inquietante que un desconocido acertara con pensamientos que nunca había exteriorizado, no cualquiera sabía cómo afectaba a nuestros poderes el hecho de que éramos guardianes.
—Sigo teniendo el mismo poder de siempre —mentí.
Peter me dirigió una mirada de superioridad, ambos sabíamos que mis palabras eran mentiras.
—Si tú lo sabes todo, dime cómo arreglaremos este problema de la magia —me crucé de brazos.
El castaño parecía complacido por saberse ganador de la pequeña discusión, él sabía que tenía la razón y quería demostrárselo a todos.
—A decir verdad es muy fácil y me sorprende que ustedes no lo hayan hecho antes —dijo y comenzó a merodear por el lugar, mejor dicho, a volar—, basta con buscar creyentes.
—El problema es que no los hay —dijo Conejo alzando una ceja.
—Sí que los hay —señaló el globo terráqueo y miró a Norte—, ¿las luces parpadeantes son niños que dudan, cierto?
Norte asintió con la cabeza, dándole una respuesta positiva.
—Debemos ir con aquellos que dudan y hacer que crean por completo —dijo Peter antes de detenerse frente a una mesa donde había muchos artilugios.
—¿Tan sólo eso? —murmuró Conejo incrédulo.
El chico estaba curioseando en los cachivaches que tenía Norte en el palacio; los observaba y los volvía a poner en su lugar.
—Es más complicado de lo que imaginas —dijo con aparente desinterés—, los niños de ahora son muy incrédulos. Tal vez ir con adolescentes o adultos sería más fácil.
Los guardianes lo miraron escandalizados por tal sugerencia, negué con la cabeza al sentir que estaban menospreciando la solución que Peter Pan ofrecía. Siempre tenía presente el recuerdo del primer niño que logró verme inclusive hasta llegar a su adultez, él siguió conservando su fe en la magia y por lo tanto la idea no me parecía disparatada.
—Podría tener lógica —murmuré pensativo—, las generaciones pasadas sí creían en nosotros.
Conejo nos miró a ambos con recelo, podía ver la sospecha de confabulación en su rostro.
—Tú nunca irías con un adulto y el cerebro congelado jamás le da la razón a alguien —dijo cruzándose de brazos—. Para mí parecen enormes señales de advertencia.
Sentí la mirada de Peter Pan sobre mí, pero el sonido de Tooth aclarando su garganta llamó la atención de todos.
—Peter tiene razón —concedió con una sonrisa—, los niños con los que antes hemos reestablecido la fe ahora son adultos. Quizás el problema es que nos hemos centrado únicamente en los niños, ¿ellos cómo sabrán de nosotros si sus padres dejaron de creer en la magia?
Desafortunadamente el hada de los dientes había robado el protagonismo de mi apoyo por las propuestas del castaño, haciendo que Norte accediera a hacer los preparativos para nuestra nueva misión. El taller tenía a yetis moviéndose de un lugar a otro; algunos calculaban las coordenadas, otros preparaban el equipo táctico y el resto seguía creando juguetes.
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En busca de la magia (Jack Frost X Peter Pan)
FanfictionVERSIÓN CORREGIDA DISPONIBLE EN MANOBOOK El mundo mágico existía, desde el viento que soplaba para mover las hojas a capricho propio, hasta las estaciones del clima que eran creadas por espíritus. Cada estación del año tenía festividades, las cuales...