Al abrir la puerta me encontré con el lugar intacto, seguía tal y como lo había dejado. Busqué con la mirada la pequeña caja, sonreí ligeramente al verla sobre una mesita.
Al tomarla entre mis manos no pude evitar que los recuerdos de las vísperas de navidad llegaran a mí, tenía perfectamente grabado cada uno de ellos. Desde los más terribles como pasar el día con Elizabeth y ver a Jack haciéndole cariños, el más emotivo que fue la primera y tal vez última navidad en la isla, hasta el más feliz que fue cuando Jack me explicó el significado de mi obsequio. Curiosamente, desde ese día los muérdagos por razones inexplicables comenzaron a crecer en Neverland.
No pude evitar sentir un pinchazo en el pecho, siempre era golpeado por los recuerdos pero estando en ese lugar todo resultaba más doloroso. Doblé la fotografía y la metí en la caja para poder irme cuanto antes, después no habría razón para volver.
Me quedé estático al escuchar la puerta abrirse, no tuve la necesidad de voltear porque sabía claramente que era él.
—Volviste —susurró.
Mordí mi labio para concentrarme en ese dolor y no en el que sentía en mi corazón, me esforcé por no permitir que mis sentimientos me traicionaran. Debía resguardar la poca dignidad que me quedaba.
—Sólo venía por mi obsequio —dije caminando hacia la ventana—, cuando me fui lo olvidé aquí. Pero ya me voy, no tenías que venir a echarme otra vez.
—Peter —me llamó—, espera.
Me detuve a pesar de que no quería hacerlo, su voz parecía tenerme amaestrado y funcionaba casi como un hechizo sobre mí.
—¿Todavía no terminas de divertirte, eh? —dije con amargura.
—Necesito que hablemos, por favor —suplicó—. Necesito explicártelo.
—Te escucho —susurré fríamente.
—¿Podrías al menos mirarme?
Rodé los ojos y me giré para mirarlo, mi indiferencia fingida vaciló cuando vi que tenía mi flor en su mano.
—¿Es tuya? —dijo en voz baja.
Mordí mi labio tratando de no hablar, no quería seguir siendo lastimado por él. Ya no más.
—Era para ti —admití.
Sus ojos se abrieron un poco más, ligeramente sorprendido.
—¿Era? ¿Acaso ya no lo es?
Negué con la cabeza sin decir nada, temía hablar y que mi voz se rompiera.
—¿Por qué ya no es para mí? —insistió.
Mi vista comenzaba a empañarse conforme recordaba la manera en la que Elizabeth lo miraba, cerré mi mano en un puño hasta sentir mis uñas encajándose en mi palma.
—No la mereces —susurré—, volviste a ser el mismo de antes.
Jack entrecerró sus ojos, pareciendo confundido.
—¿De antes? —murmuró.
—Volviste con ella —especifiqué.
Un brillo de inteligencia apareció en su rostro y alzó ambas cejas, después negó con la cabeza repetidas veces.
—Peter, todo fue un enorme malentendido.
—Una confusión —sonreí con ironía—, por supuesto.
—Lo fue desde el principio, tú y Elizabeth no merecían que los tratara así —dijo colocándose la mano en la nuca—. En especial tú, no debí confundir más las cosas entre nosotros.
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En busca de la magia (Jack Frost X Peter Pan)
FanficVERSIÓN CORREGIDA DISPONIBLE EN MANOBOOK El mundo mágico existía, desde el viento que soplaba para mover las hojas a capricho propio, hasta las estaciones del clima que eran creadas por espíritus. Cada estación del año tenía festividades, las cuales...