9. La creyente de Peter

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Al no verlo haciendo piruetas entre las nubes aterricé para buscarlo por las calles, no había rastro alguno de Peter. A lo lejos vi un pequeño parque y esperanzado decidí ir a buscarlo ahí, caminé mirando en todas direcciones pero el lugar estaba baldío.

Escuché un crujido cerca y alcé la mirada para ver a un pequeño chico sentado en la rama de un árbol, estaba a un par de metros. No había sido consciente de que había dejado de respirar hasta ese momento, suspiré aliviado y el nudo en mi estómago desapareció por completo.

Volé hasta llegar a donde se encontraba y me senté a su lado. Peter no se movió, tenia la mirada perdida y parecía desconcertado.

—¿Pasó algo, Peter?

Instantáneamente me preocupó que él se sintiera débil o que ya no tuviera fuerzas para volar.

—Esos chicos —susurró.

Incliné mi cabeza sin comprender a qué se refería, miré a mi alrededor y no vi a nadie aparte de nosotros.

—Aquí no hay nadie, Peter.

Me miró por primera vez, sus ojos brillaban por las lágrimas contenidas y sentí mi corazón estrujarse.

—Ellos parecían que querían comerse, eran caníbales —murmuró agobiado.

—¿Acaso sabes lo que es un caníbal? —pregunté confundido.

Un escalofrío pareció recorrerlo, no quería indagar al respecto puesto que parecía realmente traumatizado, pero quería entender lo que había visto.

—En Neverland existen lugares mágicos, pero también hay partes oscuras como la isla de los caníbales —dijo en voz baja—. ¿Alguna vez has visto a un niño ser devorado sin poder hacer algo al respecto?

Sentí mi sangre helarse, no podía comprender porqué existía un lugar tan perverso en Neverland. Deduje que no sólo era visitado en los sueños, quizás también era usado para crear pesadillas.

—Peter, aquí no existen los caníbales —me apresuré a explicarle—, no debes preocuparte por eso.

—Estaba sobre ella —murmuró cubriéndose la cara—, ¿qué haría si acaso no quería devorarla?

Alcé ambas cejas y abrí ligeramente la boca al comprender de qué hablaba con exactitud. No sabía qué debía decirle, se suponía que Peter seguía manteniendo la inocencia de un niño y algunas cosas podrían resultar fuertes para él.

—Oh —logré decir.

No podía burlarme de él por el drama que estaba haciendo cuando yo acababa de ver algo mil veces más desagradable, su condición era muy diferente a la mía. Yo llevaba siendo adolescente por cientos de años, él había sido un niño eterno por tanto tiempo que seguramente ya no recordaba desde cuándo.

—Son cosas de adultos, no debería decírtelo porque eres un niño —me escudé evitando el momento incómodo—. Solo no te preocupes pensando en cosas terribles, el canibalismo está prohibido.

Peter pasó el dorso de su mano para limpiar las lágrimas que amenazaban con salir haciéndome morder mi labio inferior, me apenaba que él estuviera pasando por todos esos cambios gracias a la magia que cada día se iba desvaneciendo por falta de verdaderos creyentes.

En busca de la magia (Jack Frost X Peter Pan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora