17. Un beso

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Jack se acercó a mí sonriendo con timidez.

—¿Así que me quieres dar un beso? —alzó una ceja sin dejar de sonreír.

Yo simplemente me encogí de hombros como respuesta.

—Yo... bueno, nunca había hecho algo como esto antes —se aclaró la garganta.

Una media sonrisa se deslizó en mis labios, me divertía verlo nervioso.

—¿Nunca te han dado un beso? —pregunté en tono burlón.

—¡No! Quiero decir, sí, pero no con un...

Jack me miró con duda, me quedé callado esperando a que continuara hablando pero no lo hizo. Sólo mordió su labio inferior, haciéndome mirarlo atentamente.

—Está bien, solo... solo hazlo —asintió y cerró los ojos.

Incliné mi cabeza un poco confundido por la actitud de Jack y lo observé con detenimiento; su rostro casi pálido se veía relajado, casi como cuando dormía.

Bajé la mirada repentinamente ruborizado y sonreí negando con la cabeza, sintiéndome tonto por el curioso cosquilleo que se había instalado en mi estómago. Aquella nueva sensación que sólo experimentaba cuando estaba demasiado cerca de Jack, quién a pesar de ser el creador de los días nevados a mí me provocaba una sensación de calidez.

Metí la mano en mi bolsillo sacando un pequeño beso, miré a Jack una vez más y con cuidado tomé su mano para extenderla. Coloqué la bellota con delicadeza y él abrió los ojos al sentir el fruto en la palma de su mano.

Me dedicó una mirada de escepticismo, después miró la bellota y luego una vez más a mí. Reprimí una sonrisa al ver la cara que tenía mientras observaba el fruto seco en la palma de su mano, cerró sus dedos con lentitud alrededor de la bellota en un puño y alzó la mirada desconcertado.

Junté mis cejas al ver que sus mejillas se pintaban de un bonito color carmín, él desvío la mirada intentando esconder su rubor y me dio un golpe en el brazo.

—¡Ouch! —me quejé sintiendo el dolor expandirse—. ¿Por qué fue eso?

—¡Eres un idiota, Pan! —dijo entre risas.

Sin poder evitarlo sonreí al escucharlo reír a carcajadas, encantado de poder escuchar su risa.

—¿Por qué? —pregunté mientras daba un masaje en mi brazo.

—Por un segundo me lo creí —dijo pasándose la mano por el cabello.

—¿Ahora tú me darás un beso, Jack?

Jack me dedicó una sonrisa y alzó ambas cejas, hizo un movimiento con su mano haciendo que una ráfaga de nieve me atacara.

—¡Oye! —me quejé mientras sacudía la escarcha que tenía en mi cabello.

—Yo no le doy besos a idiotas —murmuró mientras se daba la vuelta.

—Hey, eso no es justo —lo seguí.

Volamos hasta la casa de Elizabeth y nos detuvimos en su ventana, la cual estaba abierta. Aunque no me agradaba admitirlo me hizo sonreír ese gesto, Liz era igual a Wendy en ese sentido.

La luz estaba apagada y me sentí un poco aliviado de no tener que cumplir mi promesa de llevar a alguien a Neverland.

—Uh, que lástima que no hay nadie —me di la vuelta—, qué pena. Vámonos.

Me dispuse a volar pero Jack me jaló del brazo evitando que me moviera.

—Cállate, ahí está —susurró.

En busca de la magia (Jack Frost X Peter Pan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora