38. Confesión de amor

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Los sentimientos siempre me habían parecido difíciles de entender, todo el tiempo me costaba un poco más comprender las verdaderas intenciones que los demás tenían conmigo. Sin embargo en ese momento con Jack Frost a escasos centímetros de mí, tuve todo claro. Comprendí que el cosquilleo que provocaba en mi estómago iba más allá de la emoción, el rubor que se intensificaba en mis mejillas era más que simple pena y la sonrisa que quería escapar de mis labios era mucho más que petulancia queriéndose hacer notar.

Todavía no respondía a su pregunta pero no vi necesario seguir manteniendo el suspenso, lo tomé por el cuello de su sudadera y lo atraje más a mí de manera un poco tosca.

—Sólo bésame, copo de nieve.

Una sonrisa se deslizó en sus labios y pude ver el momento exacto en el que volvió a ser el mismo chico bajo el muérdago, sin embargo, esta vez fue él quién eliminó la distancia entre nuestros labios. Los pocos besos que habíamos compartido eran diferentes entre sí pero ninguno había sido tan peculiar, parecía un demostración de la intensidad de nuestros sentimientos.

Jack rompió el beso, dándole un pequeño tirón a mi labio antes de alejarse, dejándome con la respiración agitada y la boca entreabierta. Me dedicó una media sonrisa mientras delineaba con su pulgar la línea de mi labio, mirándome con detenimiento.

—Mi pequeño niño del bosque —susurró—, no sabes cuánto he anhelado tenerte en mis brazos.

Ya no podía seguir resistiéndome, lo abracé tan fuerte como me fue posible y con el deseo de no soltarlo nunca.

—Te extrañé —admití en un susurro.

Deslizó su mano hasta mi nuca, enterrando sus dedos en mi cabello y frotándolos de manera reconfortante.

—Yo también te extrañé —dijo con suavidad.

Nos mantuvimos un momento así, cerré mis ojos concentrándome en la respiración de su pecho y disfrutando de la sensación de plenitud. Nunca antes había experimentado algo así, era como si hubiese encontrado la pieza que faltaba en mi corazón, en sus brazos me sentía en mi hogar.

—Hace algunas noches creí escucharte llorar —confesé en voz baja.

Temía que Jack creyera que estaba loco, pero realmente estaba siendo honesto con él. Cada vez que miraba la Luna podía escucharlo, podía oír los susurros y entender claramente lo que decían.

—¿Me escuchaste llamándote?

Me alejé un poco para poder mirarlo y deducir si realmente me creía o sólo estaba jugando conmigo.

—¿Eras tú? —murmuré.

—Cada noche —asintió—, esperando que estuvieras del otro lado escuchándome.

—Estabas pidiéndome que regresara y yo lo único que quería era estar contigo. Justo como ahora —agregué recargando mi mejilla en su pecho.

Escuché un largo suspiro y enseguida sentí un beso en la coronilla de mi cabeza.

—No debí hacer que pasaras por esto, la indecisión y el orgullo tuvieron encerrado en mi interior mi amor por ti. Perdóname por no quererte como te mereces, Peter.

Sabía que ambos habíamos sufrido demasiado con eso, ya no veía sentido seguir recordándonos el daño que nos habíamos hecho el uno al otro.

—No voy a juzgarte, voy a esforzarme por quererte sin importar lo que pase. Lo prometí y siempre cumplo mis promesas —sonreí.

Jack me alejó mirándome con una sonrisa que no parecía querer disimular y logrando que mi corazón latiera más rápido.

—Tengo que mostrarte algo —soltó de la nada, arrastrándome con él.

En busca de la magia (Jack Frost X Peter Pan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora