28. Quédate conmigo

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Peter Pan:

En algún punto durante mi estadía en la tierra comencé a perder mi comunicación con Neverland, tenía la sospecha de qué lo estaba provocando, pero prefería pasar por inadvertidos esos pensamientos. Suspiré mientras observaba parpadear la segunda estrella a la derecha, la isla estaba llamándome y exigiendo mi presencia.

—Algo sucede, Jack.

Miré la estrella parpadear, sin entender qué era lo que buscaba decirme. No podía concentrarme al sentirme tan inquieto por la conversación que habíamos tenido, mi atención se seguía centrando en Jack Frost impidiéndome hacer una conexión con Neverland.

—Lamento haberte incomodado —dijo en voz baja—, no volveré a tocar esos temas.

Momentáneamente todo lo referente a mi hogar pasó a segundo plano, me giré para mirar al espíritu del invierno que lucía taciturno. Una ligera molestia se instaló en mi pecho, no estaba acostumbrado a verlo tan apagado; todo el tiempo en sus ojos estaba presente la chispeante diversión y en sus labios siempre había una pequeña sonrisa.

—Jack —suspiré—, no estoy inventando esto para evitarte. Te entiendo, sé que no es tan simple, a veces las cosas son tan obvias que no las notamos.

Sus labios estaban oprimidos en una línea, supe que no diría nada más. Volvería a negarse a sí mismo sobre la verdadera naturaleza de sus sentimientos, no lo culpaba por ello.

—Supongo que ya no importa —mascullé.

Traté de no demostrar que me dolía su indiferencia, giré en mis talones dispuesto a escapar por la ventana. No temía exponer mi corazón ante Jack, pero ya no me sentía capaz de poder seguir fingiendo conformidad.

—Quédate conmigo —dijo en voz baja.

Suspiré una vez más, mordí mi labio indeciso sobre lo que debía hacer. Neverland aclamaba por mí, podía sentir una nueva presencia en la isla y no me agradaba que no pudiera discernir de quién se trataba.

—No creo que sea lo correcto —rasqué mi cuello, comenzando a sentirme estrangulado por el moño—, tengo un mal presentimiento.

Jack escondió las manos en sus bolsillos, asintió un par de veces antes de conectar su mirada con la mía.

—Podrías quedarte una noche más —sugirió—, al menos hazlo por Norte. Estaría decepcionado si no asistes a su fiesta anual.

Ladeé mis labios en una mueca, comenzando a sopesar la sugerencia de Jack. Parecía tentador el olvidarme por unas horas de las inquietudes que me aquejaban desde el momento en que la magia decayó, me sentía demasiado fatigado y no tenía sentido seguir intentando comunicarme con la isla.

¿Qué podría pasar?

Deseché la idea de que algo malo pasaría, me convencí de que estaba siendo alarmista y probablemente se trataba de algún niño visitando Neverland en sueños. Acepté quedarme aclarándole a Jack que solo lo hacía porque temía la reacción de Norte, además moría de la curiosidad por saber cómo era una fiesta de navidad.

El palacio estaba decorado de manera que lucía más brillante y espectacular, no podía evitar sorprenderme de cada cosa que veía. Todos vestían de la misma manera que yo, usaban trajes extraños e incómodos como el mío. Incluso los yetis tenían pequeños moños en el cuello.

Tooth había estado mucho tiempo revoloteando alrededor de nosotros, parecía que las celebraciones la ponían de excelente humor. Había recibido elogios de ella cuando me ayudó a vestirme para la ocasión, pero no contaba con que la escucharía halagando el aspecto de Jack con tanto entusiasmo.

En busca de la magia (Jack Frost X Peter Pan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora