21. Niño ruidoso

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Las palabras de Tooth habían logrado afectarme, instintivamente busqué la mirada de Peter pero esta vez él no me estaba mirando.

—Sí, mi hogar —susurró con la vista en el suelo.

Quería decir algo, quería preguntarle a Peter sí realmente quería irse e incluso pensar alguna manera de impedirlo. Las palabras no salieron de mis labios, se quedaron atrapadas en mi garganta.

Sabía que él no podía permanecer por siempre en la tierra, debía regresar a Neverland y aunque antes hubiese deseado que se fuera cuanto antes... mi forma de pensar había cambiado mucho.

Norte carraspeó ante el ambiente incómodo que se había instalado y sonrió tratando de esfumar la pesadez que se sentía en el aire.

—Hay otra buena noticia, saben que mañana es noche buena así que tendrán el día libre.

El lugar dejó de ser sombrío y todos nos relajamos al escuchar la noticia.

—¿Libre? Yo trabajo todos los días, veinticuatro horas —bufó Tooth.

Sonreí pero no dije nada al respecto, no quería molestar más al hada de los dientes con alguna broma o comentario sarcástico.

—Duh, Norte se refiere a lo de buscar creyentes —dijo Conejo como si fuese lo más obvio del mundo.

—¿Navidad también la tendremos libre? —pregunté con interés.

—Sabes que sí, Jack —sonrió Norte—, ese día celebraremos por los nuevos creyentes.

—No me sorprende, cada año echas la casa por la ventana en tu fiesta de navidad. Es algo egocéntrico si me lo preguntas —comentó Conejo.

Le dirigí una mirada al guardián de la esperanza, totalmente escéptico de sus palabras.

—¿Lo dice el que tiene su cuarto decorado con autoretratos de cuerpo completo? —alcé una ceja.

Rápidamente su boca se abrió mostrándose ofendido, se cruzó de brazos y desvío la mirada.

—Son obras de arte —se defendió—, aunque no diré nada negativo porque me gustan las fiestas.

—Claro, cada año te acabas el ponche y terminas bailando con Phil —me burlé.

—Quisiera ver eso —escuché reír a Peter.

Sonreí de manera automática al escuchar su risa, sin poder evitarlo volteé para verlo reír. Repentinamente ya no quería continuar molestando a Conejo, estaba más interesado en calcular cuánto tardaría en contar las pecas de Peter.

—No es mi culpa que el ponche lo hagan tan delicioso —se encogió de hombros.

—Conejo, también hacen ponche sin alcohol —le recordó Tooth—, pero tú prefieres hacer el ridículo. Eso es diferente.

Abrí la boca sorprendido de las palabras de la chica, con facilidad se podía deducir que seguía de mal humor.

—¿Disculpa? —la miró retándola—, ¿yo soy el ridículo? Lo dice la que colgó muérdagos por todas partes para que le diera un beso el chico helado.

—¡Claro que no! —dijo ruborizada—, solo creí que el lugar necesitaba más decoración.

El rostro del canguro cambió de ofendido a divertido en un santiamén, haciéndome tener que reprimir mi risa.

—¿Tengo razón o no, Sandy? —dijo Conejo echándole una mirada.

Sandy asintió con una sonrisa, Tooth le dedicó una mirada de reproche, él se encogió de hombros como disculpa. Hice una mueca al recordar aquél día, Norte se caracteriza por ser un gran anfitrión y no escatimar en sus celebraciones pero no pude disfrutar en lo absoluto de ello.

En busca de la magia (Jack Frost X Peter Pan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora