26. Neverland

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En el momento en que puse un pie dentro del escondite de Peter varios niños me apuntaron con armas, no me dieron tiempo para sorprenderme con el hecho de que ellos podían verme, estaba más preocupado con el filo de una espada que estaba en mi cuello.

Nunca me habían recibido con flechas y espadas apuntando en mi dirección, me pregunté si esta era la verdadera razón por la que Norte no venía a darles regalos.

—Hey, chicos —dije alzando mis manos en señal de rendición—. Vengo en son de paz.

—Yo mismo lo cortaré en pedazos, Peter —amenazó un rubio que con esfuerzo me llegaba al hombro.

Peter Pan parecía divertido con el asunto y temí que no dijera nada antes de que un niño me hiciera algo. Quiero decir; tenía un estúpido disfraz de Santa, no una armadura.

—Niños perdidos —Peter llamó la atención de todos—, él es...

—Santa Claus —lo interrumpí.

—¡Santa! —gritaron todos al unísono.

Soltaron sus armas y se abalanzaron sobre mí, moviéndome de un lugar a otro mientras me hacían más preguntas de las que podía responder.

—¿Eres Santa? —preguntó uno de los más pequeños.

—¿Dónde está tu trineo? ¿Trajiste tus renos? ¿Podemos jugar con Rodolfo? —dijeron dos niños al unísono.

—¿No estás muy flacucho para ser Santa? —dijo el mismo chico rubio que me había amenazado.

—¿Por qué no habías venido? ¿Me trajiste un arco nuevo? —sonrió entusiasmado un niño de mejillas regordetas.

Me sentí más mareado que cuando escuchaba a Tooth hablar, los pequeños niños salvajes eran casi tan ruidosos como ella.

—Hey, uno a la vez —dije poniéndome de pie.

Sentí algo en la pierna y bajé la mirada para encontrarme con un pequeño niño abrazado a mí.

—Hola —sonreí despeinando su cabello.

—¡Chicos! —los llamó Peter.

Todos se pusieron de pie haciendo una fila en pocos segundos, Peter parecía un sargento militar.

—Preséntense —ordenó.

Alcé una ceja ante el tono de voz autoritario, tuve que reprimir la sonrisa de interés.

—Nibs —dijo uno de los pequeños, quién vestía como un conejo

—Curly —se presentó un niño que casi pasaría por un osito de felpa.

—Slightly —dijo el mayor, quién hace poco tenía un cuchillo en mi garganta—, el que está abrazado a tu pierna es Tootles.

—Nosotros somos Los Gemelos —dijeron dos niños idénticos.

—¿Se llaman Gemelos? —pregunté confundido.

—Así es, Peter nos nombró porque no podía diferenciarnos —dijeron al unísono.

Un escalofrío me recorrió por completo, resultaba casi aterrador que hablaran al mismo tiempo.

—Ya no más películas de terror para mí —murmuré.

Miré a Peter y alcé una ceja, incrédulo del nombre tan original que les había puesto a los niños.

—¿De verdad los llamaste Gemelos? —susurré solo para que él pudiera escucharme.

Peter se encogió de hombros con una pequeña sonrisa, rodé los ojos pero no pude evitar reprimir una carcajada.

—Eh, yo... me alegro de conocerlos —sonreí—. A todos.

En busca de la magia (Jack Frost X Peter Pan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora