14. Una promesa

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Peter no respondió y se limitó a enterrar más su rostro entre sus rodillas, buscando evadir mi mirada.

—Oh, no. No me vas a evadir porque lo vi todo —dije comenzando a alzar la voz—, todos estos malditos días has perdido el tiempo con esa chica. ¿Olvidaste que la vida de Tinkerbell está en juego?

Peter alzó la mirada y sentí como mi corazón se encogió, me arrepentí al segundo de haberle hablado así.
Tenía los ojos brillantes y llenos de lágrimas.

—No sabes nada, no me entiendes —dijo luciendo tan frágil como un bebé.

Mi expresión de ira se tambaleó, haciendo que mis hombros bajaran y que una repentina culpa apareciera.

—Entonces podrías explicarme —dije tratando de sonar más suave.

—Déjame solo —volteó la mirada evitando verme.

Sus palabras eran dignas de cualquier adolescente y me hizo sentir viejo el saber que yo ya había pasado por eso hace años. Muchísimos años.
Peter apenas experimentaba la adolescencia mientras que yo me había acostumbrado a ella hace siglos.

Suspiré para desprenderme de la frustración que me consumía y me senté en la rama junto a él.

—Cuéntame, Peter. Puedes confiar en mí —dije sincero.

—¿Tú confías en mí? —murmuró sin mirarme.

—Claro que sí —dije sin pensarlo dos veces.

—¿Entonces por qué me has seguido?

Me mordí el labio sin saber qué responder.

—Yo, eh, verás... —me removí incómodo en mi lugar.

—Da igual, no hay nada que contar —dijo alzando su brazo y tomando una hoja del árbol.

—Te escuché discutir, bueno, en realidad gritar... en la habitación de esa chica —admití avergonzado.

—¿Ah, sí? —dijo con una sonrisa triste en su rostro, mientras jugaba con la hoja entre sus dedos.

—¿Realmente la has visto todas las noches? —pregunté esperando que me dijera que no era así.

—Cada noche, siempre hasta el amanecer —dijo con una media sonrisa.

Que admitiera que la veía, me había hecho sentir mal por alguna razón que no comprendía muy bien.

—Oh, ya veo —dije tratando de mantenerme al margen.

—¿Me vas a acusar? —me miró con seriedad.

Me quedé callado por un momento, analizando mis opciones.

—Por como te has portado últimamente, siendo un niño grosero y desagradable. Sí, debería hacerlo —dije imitando a Norte, peinando mi barba imaginaria.

—¿Lo harás? —preguntó dejando de abrazar sus piernas, pareciendo sorprendido.

—Podrías intentar convencerme de no hacerlo —lo miré con una sonrisa.

En busca de la magia (Jack Frost X Peter Pan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora