18. Un dedal

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Elizabeth logró volar casi al instante de que el polvillo de hadas tocó su cabeza.
Tenía en mente la hipótesis de que ella siempre pensaba cosas buenas o felices.

Mientras el guardián de la diversión le enseñaba a volar, no pude dejar de mirarlos a ambos, como si yo fuese solo el espectador. Debía admitir que me causaba un poco de envidia, deseaba que la atención de Jack estuviera todo el tiempo sobre mí.

Ambos se miraban y sonreían, tenían un constante rubor en las mejillas cada vez que se tocaban ya fuese accidental o con intención. No dejaba de preguntarme porqué me sentía así.

—¿Lo estoy haciendo bien, Peter? —dijo Liz haciéndome caer en la realidad.

—Eh, claro, muy bien —comenté distraído.

—Elizabeth ya sabe como volar, ¿nos podemos ir? —dijo Jack entusiasmado.

Volteé a verlos y en efecto, Elizabeth parecía controlar muy bien su vuelo.
Me levanté del rincón en donde estaba sentado y suspiré con pesar. Todavía no terminaba de creer que rompería mi promesa, me había prometido a mí mismo que no volvería a llevar a otra chica a Neverland a menos que se tratara de Wendy.

—Vámonos —dije sin ánimos—, segunda estrella a la derecha...

—Volando hasta que amanezca —terminó Elizabeth.

Quería negarme de último minuto, sentí la tentación de volar lejos de ahí dejándolos solos. Ellos no podrían ir a Neverland sin mí, Elizabeth me lo perdonaría algún día seguramente, pero Jack... a él no quería defraudarlo nunca.

Mantenía una guerra en mi cabeza, pensando qué sería lo mejor. Miré a Jack con esa enorme sonrisa, los ojos brillantes y ese tenue rubor en sus mejillas...

Sólo me bastó eso para saber que valía la pena arriesgarse un poco, no importaba que tal vez me quedaría sin magia para regresar, daba igual si me debilitaba por llevar a dos personas a la isla. Estaba haciendo lo correcto, estaba haciendo feliz a Jack y cualquier cosa que me pasara valdría la pena con tal de verlo así.

—Neverland nos espera —dije casi en un susurro.

⭐⭐

Estábamos en la laguna de las sirenas, yo insistí en no ir porque sabía que a ellas no les agradaría la presencia de Elizabeth... pero Jack insistió el doble porque quería complacer a Elizabeth. Era la primera vez que veía que las sirenas parecían aceptar a una chica, tal vez porque estaban demasiado embelesadas por la presencia de Jack.

Yo estaba alejado de ellos, sentado en una roca observando a lo lejos.

—¿Cómo se llama tu amigo?

Salí de mi trance al escuchar una voz femenina y miré a Ariel recargada a mi lado, miraba a Jack con curiosidad.

—Jack —dije mirándolo junto a Elizabeth.

—¿No es un niño perdido? —lo miró atentamente.

—¿Por qué no le preguntas a él? —dije con molestia.

Eché una mirada más para ver qué las sirenas estaban casi sobre Jack, no dejaban de actuar de forma coqueta con él. Algunas que eran más tímidas peinaban a Elizabeth, poniéndole estrellas de mar para decorar su cabello, pensé que quizás con suerte alguna tendría ganas de jugar a ahogarla y entonces podríamos irnos.

En busca de la magia (Jack Frost X Peter Pan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora