35. Irresponsable

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Había transcurrido mucho tiempo desde la última vez que lo había visto, o al menos así lo sentía yo, sin él cada día era un eterno sufrimiento. En mi mente no dejaba de recrearse una y otra vez la misma escena, el momento exacto en el que lo alejé de mis brazos.

No dejaba de atormentarme la idea de que los sentimientos de Peter se hubiesen destruido de la misma forma en la que mi corazón se rompió cuando lo vi desaparecer en la segunda estrella a la derecha, temía que él me odiara y me culpara por lo que había pasado. Después de todo yo había sido el cobarde que no quería quitarse la venda de los ojos, no había tenido el valor de defender nuestro amor y simplemente lo dejé alejarse.

—Norte, necesito verlo. Debo arreglar esto ahora mismo —dije poniéndome de pie—. Necesito una esfera, mejor que sean dos esferas. Debo hablar con él, debo ir a Neverland.

El nerviosismo me invadió, cada segundo que pasaba me parecían siglos perdidos. No podía dejar escapar la oportunidad de ser feliz, no otra vez.

—Las tendrás pero...

—Entonces iré a visitarlo ahora mismo —lo corté—, iré a decirle que todo fue una terrible equivocación.

Caminé a zancadas dispuesto a irme, un yeti de Norte me lo impidió bloqueando la puerta.

—De momento eso no se podrá, Jack.

Me giré para mirarlo a pesar de que sentía que sufriría un ataque nervioso si seguía ahí perdiendo mi valioso tiempo.

—¿Qué pasa contigo, Norte? Llevo prisa.

—Aún no es primavera como podrás haber notado y el mundo necesita de tus poderes invernales —suspiró con pesar—. Madre Naturaleza ha estado quejándose por tu falta de responsabilidad, junto con algunas personas más que han tenido que cubrirte.

Rodé los ojos al saber con exactitud quiénes eran esas otras personas.

—¿Y qué se supone que eso significa? —pregunté de mal humor.

El grandullón de frondosa barba se cruzó de brazos, dándome una buena vista de sus tatuajes. Los cuales me hicieron recordar con quien estaba tratando, realmente dudé si era una buena idea molestar a Santa Claus.

—Significa que primero tienes que encargarte de recuperar el tiempo perdido y cumplir con tus obligaciones como espíritu del invierno—me dijo en tono autoritario—, después puedes arreglar tus problemas personales.

—¡Pero Norte! Es un asunto de vida o muerte —me quejé.

—Jack, tú ya estás muerto —dijo con una media sonrisa.

Rodé los ojos sin ápice de gracia, el enorme guardián del asombro se rascó la nuca pareciendo incómodo. Supuse que en momentos así no le encontraba el lado positivo al hecho de ser el líder.

—Sabes que permitiría sin problemas que visitaras a Peter, pero he estado pasando por alto las quejas y lo hice porque sabía el estado en el que te encontrabas. Madre Naturaleza tiene mucho trabajo, la primavera está muy cerca y Elsa...

Sólo bastó escuchar ese nombre para empeorar mi humor, lograba irritarme con facilidad.

—No la menciones, esa estirada se cree la gran cosa y en realidad es una buena para nada —dije entrecerrando los ojos.

—Debo recordarte que no es su responsabilidad hacer tu trabajo —alzó una ceja.

—¿Y cuál es su responsabilidad? —dije a la defensiva—. ¿Cantar y hacer muñecos de nieve?

Suspiró con fastidio, realmente no era la primera vez que teníamos una discusión similar.

—Su caso es diferente y lo sabes, nosotros tenemos la obligación de proteger a los niños al mismo tiempo que cumplimos con nuestros deberes.

En busca de la magia (Jack Frost X Peter Pan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora