Epílogo II: Passion

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''Hay que aprender que para sanar una herida, hay que dejar de tocarla.''
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Pasaron los días y Rosé no volvió encontrarse con Lisa salvo las veces que coincidían en el descansillo. Evitaban por todos los medios subirse juntas en el ascensor y la pelinegra siempre optaba por bajar por las escaleras. Eso si Chiquita la dejaba, ya que la niña intentaba irse con ella cada vez que la veía.

Preparándola para ir al colegio, la vestía indecisa en su elección de la ropa y mantenía una dura lucha con el enredado cabello de la pequeña.

- Ahhhh!-

- Lo siento, princesa. Pero tienes rastas en vez de pelo.- tiraba con cuidado, pero seguía quejándose.

- Me lele ...-

- Lo sé...- paró de inmediato y se rindió. - Voy a hacerte una coleta. Después lidiaremos con este destrozo. -

La dejó lista y le pidió que se pusiera a ver la tele mientras ella tomaba una ducha. Disfrutando de los dibujos, escuchó unos pasos tras la puerta de la entrada. Salió curiosa a abrir para ver si era Rosé y para su felicidad así era.

- Dosie, Dosie...-

La rubia esperaba el ascensor y se llevó una enorme alegría al volver a verla.

- ¡Chiquita! - la recibió en sus brazos. - Pero que guapa estás. Al fin tu madre me ha hecho caso, aunque tu pelo...-

- Mami mala. Tira pelo fuete. - se tocaba el pelo.

- Mami no es mala, pero si es un desastre. ¿ Dónde está?-

- En la ducha. Ta tiste...- confesó inocentemente.

- Ya...-

Ahora la que se entristeció fue Rosé que sabía perfectamente el motivo de su pena.

- Oye, tengo cinco minutos libres. ¿Te vienes a mi casa y te peino como a una princesa? -

- ¿Cómo la del cuento? -

- ¿Qué cuento? -

- El que me cuenta mami pa momi.-

- Pues no sé si será igual que en tu cuento, pero algo haremos. ¡Vamos!-

Se metió de nuevo en su apartamento llevándose a la niña y ya en el baño le pasaba el cepillo desenredando con facilidad sus nudos. Chiquita no se quejaba para nada, por lo que siguió hasta hacerle dos coletitas con unos lazos cada una.

- ¿Te gusta? - le preguntaba mirándola a través del espejo.

- Si, gracias. ¿Toy guapa? -

- Guapísima. - se puso enfrente y se agachó para estar a su altura- Cuando quieras puedes venir a verme. ¿De acuerdo? Tu solo tienes que tocar a mi puerta. -

- Vale. -

- Bien, vamos a buscar a mami para que te lleve al colegio.-

Saliendo del baño para la entrada, unos gritos en el exterior llamaron su atención. No tuvo que preguntarse quién era la dueña de esas voces ya que el nombre que gritaba lo delataba.

- Chiquitaaaaaa, Chiquitaaaaaa...¿Dónde estás? -

Rosé corrió abrir la puerta, pero solo le dio tiempo a verla bajar por las escaleras desesperada.

- Quédate aquí. ¿Ok? - le pidió a la niña y esta asintió asustada.

- Por favor, no, no, no...- Lisa aporreó la puerta de Jennie, pero nadie contestó.

Nada comparable a tu amor || Chaelisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora