Capítulo 8

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POV ROSÉ.

Me muevo en la cama inquieta por el calor sofocante que tenía. Me destapando un poco las piernas y mi brazo topa con algo detrás mío. Me vuelvo a comprobar que es y ahí la tengo. Lalisa Manobal durmiendo plácidamente a mi lado. Hasta podría parecerse a un ángel si en realidad no fuese una diabla.

Sus delineadas facciones quedaban iluminadas por la luz de la farola que entraba por la ventana. Sin esperarlo, me vi acariciando su pómulo con mis nudillos. Pensé en parar, pero ahora mismo esa sensación de que mi cuerpo era el que mandaba ganó la batalla. Con sigilo para no despertarla, bajé mi mano hasta su torso. Su abdomen era fuerte y recio. Definitivamente hacer tanto deporte daba sus frutos.

Ya que más podía decir de su olor corporal. Ese aroma me traía de cabeza y solo hacia acercarme más ella. Sabía que no era ningún perfume. Creo que simplemente era su propia piel que desprendía esa esencia.

Unas cosquillas recorrieron todo mi centro y mordí mi labio inferior deseosa por seguir curioseando. No pude reprimirlo y pasé por sus fuertes abdominales hasta continuar hacia abajo.

Me encontré con el borde del pantalón y aunque era locura, posé con sutileza mi mano para tocar su entrepierna. Con la prenda puesta, no pude saber a ciencia cierta como seria su miembro, pero el simple hecho de estar haciendo esto me está excitando demasiado.

Entretenida en mis asuntos, no me di cuenta de que se había despertado, por lo que cuando sentí su mano sostener mi muñeca, la miré rápidamente.

Por raro que me pareciese, no me avergoncé, sino todo lo contrario. Mantuvimos nuestras miradas puestas en la otra y sus ojos me decían cuando anhelaba este momento. Yo me quedé quieta y dejé que ella tomara mando de la situación.

Con su mano libre, estiró del elástico de su pijama y sin ningún pudor, introdujo la mía dentro. Instintivamente intento retirarla, pero ella no me dejó y yo tampoco opuse mucha resistencia.

¡Dios mío!, no sabía a donde me había metido hasta llegar aquí. Aun así, me lo tenía merecido por querer descifrar el gran secreto de la señorita Manobal. Mi camino llegó a punto de no retorno y ahora tocaba seguir adelante.

Sentí miedo por lo duro que se notaba, pero eso no evitó que palpara su pene por encima, hasta que mis dedos decidieron hacerlo suyo.

No me reconocía a mí misma. Yo nunca hubiese hecho esto con una simple desconocida. Y mucho menos con Lalisa Manobal. Pero esta mujer me perturbada y un instinto primitivo que salia de mis adentros hizo que moviera mi mano con la ayuda de ella.

Grueso, rígido y sencillamente perfecto, entendía ahora por qué todas esas mujeres pagaban por sentir dentro de ellas esa virilidad.

Lisa enredó sus largos dedos entre mi pelo y pronto mi boca soltó un jadeo. Mis ojos examinaron todas sus expresiones para saber si le estaba gustando. Sus gemidos me indicaron que sí y yo luchaba por contenerme en no morder esos apetitosos labios.

Pegamos nuestras frentes y escuché su respiración acelerada. Dejó que mi mano trabajar sola y se entretuvo en agarrar mi trasero, clavando sus uñas en él. Ese hecho hizo que nuestras caderas se juntaran y sintiera su prominente bulto.

Con destreza, metió su mano entre mis bragas y acarició con delicadeza mi zona más privada. No detuvo su asedio por lo que me vi obligada abrir un poco más mis piernas.

La yema de su dedo acariciaba con grandiosa suavidad mi clítoris y pronto esas cosquillas que sentía antes, se fueron convirtiendo en una acumulación de sensaciones indescriptibles. Sin lugar a duda Lisa era muy buena en su trabajo y yo quería probar todas las cosas que tenía por ofrecerme.

Nada comparable a tu amor || Chaelisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora