1: Encuentro en la curva de la vida

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Caminaba por los paddocks con tranquilidad. Mi hermano me había obligado a venir por ser la carrera de Mónaco. Y claro está que me he traído varios libros para leer porque me voy a aburrir mientras Pierre no termina la carrera.

—¡Hey!

Giro mi cabeza y sonrío cuando mis ojos chocan con los de Valtteri Bottas.

—¡Valtteri!

Nos dimos un abrazo amistoso y sonrió.

—No esperaba verte por aquí, Amélie.

—Ni yo la verdad—frunció el ceño sin entender—Pierre me obligó.

—¿Sigues leyendo?—cambió de tema drásticamente.

Asentí.

—No cambiarás nunca—sonreí.

Mi hermano hacía ya seis años corriendo en la máxima competición de motores y de esos seis años puede que haya estado presente un par de veces, no más. En una de esas carreras, conocí a Valtteri. Me choqué con él mientras andaba leyendo por los paddocks; desde entonces nunca hemos perdido el contacto y se ha convertido en un padre para mí. Siempre escuchándome hablar de libros y siempre me he preguntado que cuando se hartará de mí, pues siempre acabo hartando a la gente de mi alrededor. Pero al parecer, este hombre no se cansa de mí.

—¿Quieres caminar por aquí? Aún falta un rato para empezar.

Asentí y caminamos por el paddock mientras hablamos.

—¿Cómo te va la vida, Ami?

—Pues como siempre, Valt.

—¿Cómo siempre?

—Leer y estudiar.

—Y no salir de casa—murmuró aunque le escuché y me puse la mano en mi pecho haciéndome la ofendida y se rió—no digas que no es cierto.

—Puede que no sea cierto.

—Nunca has salido de tu casa si no es para ver a tu hermano correr, Amélie.

—Aish, no sé por qué me conoces tanto—Valtteri se carcajeó.

Es una gran amistad, siempre me indicaba lo que era mejor para mí en alguna decisión que no supiera elegir y siempre trataba de estar conmigo aunque fuera solo un rato. Cuando tiene vacaciones, pasa dos días conmigo como mínimo.

—¿A ti cómo te va?

Le pregunté al finlandés cuando terminó de reírse.

—Pues no sé, en las carreras no siento que mi escudería tenga futuro conmigo.

—Estabas muy bien en Mercedes—le recordé.

—Sí, supongo que aún no me acostumbro al cambio de escudería pero ya lo haré.

—Aunque siempre puedes irte a Alpine—levanté las cejas y las bajé un par de veces.

Valt solo sonrió.

—Solo quieres que esté en Alpine para tenerme más cerca.

—Sí, puede que sea eso.

Valtteri miró su reloj y paró en seco.

—¿Ya es la hora?

Asintió y me dió un beso en la mejilla haciéndome cosquillas con su bigote.

—Ten cuidado.

—Tú no leas toda la carrera.

Le sonreí y salió corriendo hacia su box. Esto es lo que hay, correr. Siempre he sido consciente que mi hermano vive por y para la fórmula 1, siempre ha sido su sueño desde pequeño pero a mí la verdad nunca me ha llamado la atención, prefiero quedarme en casa con una chimenea encendida leyendo, que salir con todo el frío para ver como unos coches correr en círculos, pero si eso significa ver a mi hermano disfrutar claro que no me importaba pasar frío viéndolo.

Caminé tranquila hacia el box de mi hermano, aún estaba entrando gente y uno que pasó por mi lado parecía nervioso aunque andaba tranquilo.

—Buenas.

—Buenas.

Saludé sin mirar y seguí mi primer objetivo. Cuando llegué, Pierre daba vueltas de un lado para otro con todo puesto.

¿Vas a correr o no?

Le pregunté en francés y me miró.

Sí, solo quería ver si llegabas.

Asentí y lo abracé.

Lo vas a hacer muy bien.

Gracias.

Me separé de los brazos de mi hermano y me senté en una silla viéndolo montarse en su monoplaza. Cuando se montó y arrancó, sentí mis pelos de punta. Era algo que me pasaba cuando el motor de un coche rugía, a lo mejor me pasaba porque me parecía que le iba a suceder algo malo a mi hermano; siempre me asustaba esa posibilidad porque sabía que hay un 50 50 para que o no saliese bien la carrera y no pudiera continuar o todo saliese perfecto y pudiera terminar la carrera. Eso siempre me asustaba, aunque ya estaba acostumbrada.

Me encantaba verlo conducir, veía lo que le emocionaba eso y yo me alegraba por él, pero más de una vez me ha dejado a punto de sufrir un infarto el hijo de su madre.

Me puse los cascos que los ingenieros me dieron y la carrera empezó. Me puse a leer mientras escuchaba lo que decían por la radio.

Al final de la carrera terminó séptimo y volvió a su box. Esteban había terminado tercero e íbamos de camino al podio para celebrarlo.

—¿Qué te ha parecido la carrera?

—El libro ha estado genial, gracias por preguntar, Pierre—le di un codazo a Valtteri y se rieron.

—No la has visto, ¿no?

Negué con una sonrisa inocente. Rodeó mi hombro con su brazo y chasqueó su lengua.

—¿Qué voy a hacer contigo, Ami?

—Aguantarme.

—Ya lo hacemos.

Contestó Valt. Le di una patada en el culo y se rió.

—Cállate ya, Bottas—le di una mala mirada.

—Vale, vale—levantó las manos en forma de paz.

Aunque el finladés se siguió riendo y se puso a nuestro lado para ver a Esteban celebrando.

Al menos has puntuado, Pierre—. Lo vi serio y lo consolé.

Lo sé, lo sé, eso no me preocupa.

Entonces, ¿qué te preocupa?

Me dió un beso en la cabeza y solo sonrió.

—No te preocupes por mí.

—Eres mi hermano y te pones a 300 km/h cada fin de semana, no me digas que haga algo cuando lo hago siempre.

Me dió una media sonrisa y dejamos la conversación de lado. 

Los latidos del circuito [Lando Norris]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora