2: Acelerando sentimientos

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Esteban se acercó a nosotros y abrazó a Pierre para quedarse hablando con él. Valt y yo nos miramos y nos fuimos de allí.

—Franceses hablando francés—Carlos y George se pusieron a nuestro lado y sonreí.

—Yo soy francesa.

—Tú eres aguantable, ellos no.

—Mi hermano sí es aguantable.

—Nos referimos al dúo que hacen, por separado claro que Pierre es agradable.

Los miré a ambos y se encogieron de hombros.

—Solo sabemos que Max quiere irse por ahí con el yate.

—¿Yate que siempre está en Mónaco?

—Aja—ambos asintieron.

—Me quiere invitar, ¿cierto?

—Quería invitar a Pierre pero sí tú quieres venir creo que no le va a poner problema, también van a venir las chicas.

Más de una vez he visto al inglés y al español desayunando en mi casa para quedarse a dormir. Mi hermano siempre hace fiestas cuando no hay carreras ese fin de semana y aunque me caen bien, nunca me invitan a sus planes. No sé si es porque mi hermano les dice que no me inviten o porque directamente no me quieren invitar, pero si hay ocasión claro que iría.

—¿De qué habláis?

Max apareció a nuestro lado con su trofeo.

—Pues de ti.

Verstappen asintió y dejó el trofeo en el suelo.

—¿Vas a venir?

Se dirigió a mí y asentí.

—Puede que mi hermano también venga.

—Me alegro, así somos más.

—¿Más? ¿Pero cuánto somos?

—Pues...—contó con sus dedos y por lo que pude ver íbamos a ser más de diez personas.

—Pero oye—lo paré—¿tu yate no es un poco pequeño para más de diez personas?

—Charles irá con su yate.

—¿Vamos con dos yates?

—Sí, Atenas nos espera fuerte.

—Ya lo creo—murmuré.

Nos quedamos en silencio los cuatro mientras vimos como Pierre se despedía de Ocon y se acercaba a nosotros.

—Sois unos cotillas.

—Que va—Carlos negó con la cabeza y nos reímos.

Pierre abrazó a Max y nos miró después de darle la enhorabuena por su p1.

—¿Vamos a celebrarlo?

—Atenas nos espera fuerte, hermanito.

Le di un beso en la mejilla y salí de ahí, el barullo que había siempre después de el final de la carrera me ponía nerviosa. Me parecía algo claustrofóbico y aunque no lo soy, prefiero no arriesgarme.

También quería quitarme de encima las cámaras, sabía que había demasiadas y sí, sabían quién era pero prefiero mantenerme a raja tabla.

Caminé con las manos en los bolsillos mientras observaba Mónaco de noche.

—Es bonito, ¿a qué sí?

Charles se apoyó a mi lado y asentí.

—Debe ser bonito vivir aquí.

—Es como vivir en otra parte del mundo.

—Es demasiado exclusivo.

—Puede—se rió suavemente.

El monegasco que tenía a mi lado me caía bien, pero nada del otro mundo. Siempre tenía alguna que otra distancia sobre ellos. Había aprendido a ser la sombra de mi hermano y eso nunca iba a cambiar, pero siempre también a la sombra de las cámaras. No me gustaba el protagonismo pero tampoco me gustaba ser la sombra. Y eso con Valt nunca me pasó, nunca fui su sombra ni tampoco tuve protagonismo. Si hacía falta él me abrazaba delante de las cámaras.

—¿Vas a ir a Atenas con Pierre? He escuchado que viene.

—Sí, puede que sí.

—¿Has estado antes?

—¿Dónde?

—En Grecia.

—No, nunca he salido de Francia.

—¿En serio?

Me miró sorprendido.

—Prefiero quedarme en mi casa con una chimenea encendida que morir de hipotermia viendo veinte coches corriendo en círculos.

—No me esperaba esto de ti, Amélie.

Negó con la cabeza.

—Pues vete acostumbrando, Charles.

Me encogí de hombros y me separé de la barandilla.

—Debo de volver. Ha sido un placer hablar contigo, señor Leclerc.

Solo se rió y salí de ahí.

Encontré a Pierre hablando con alguien pero se despidieron cuando me vió llegar.

¿A dónde habías ido?

A ver Mónaco desde una barandilla con un monegasco que no estaba invitado, ¿por?

Valt te ha estado buscando.

Ah.

Asentí y salimos juntos por el paddock. 

Los latidos del circuito [Lando Norris]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora