9: Curvas peligrosas del corazón

326 16 0
                                    

AMÉLIE

Hoy era el último día que estaríamos en Atenas. Me ha encantado la ciudad y me ha dado pena que solo estuviéramos aquí dos días pero bueno. He estado casi todo el tiempo con Lewis o con Pierre. Y Lando se ha quedado lejos de mí aunque muchas veces lo pillaba mirándome.

Lewis me ha caído muy bien, es muy simpático y gracioso. Tiene muchas ideas locas aunque todas son muy buenas.

Ahora estamos en Areópago. Este fue el tribunal superior de apelaciones.

—Es bonito, ¿a qué sí?

Pierre se puso a mi lado.

—Ajá.

—Deberías hablar con Valt, está un poco preocupado por ti después de no contestarle las llamadas.

—Estaba haciendo turismo.

—Le importas, cógele las llamadas.

Rodé los ojos y cuando entró, saqué mi móvil y lo llamé. Después de tres tonos, respondió a la llamada.

¿Sí?

—¿Querías hablar conmigo?

Sí, quería hablar contigo.

—Pues dime.

Aléjate de Lewis.

—¿Qué? ¿Por qué?

La prensa os han visto juntos y están empezando a hacer de las suyas.

—Joder.

Lo siento, Ami, sé que quieres privacidad pero es complicado tenerla.

—Pues ya no me juntaré con Lewis.

Os van a seguir hasta que os montéis en los yates, te lo advierto, que no te vean cerca de él.

—Vale, gracias por advertirme, Valtteri.

De eso quería hablarte y de nada, Amélie, siempre contigo.

Asentí y colgué. Metí de nuevo mi móvil en mi bolso y me metí dentro. Me acerqué a Pierre y acerqué mi boca a su oído.

—La prensa sabe que estamos aquí—le susurré y me miró sorprendido.

—¿Quién te lo ha dicho?

—Valtteri.

Asintió.

—No te alejes de mí, Amélie.

Asentí y después de dar otra vuelta por aquí, decidimos ir a los yates y empezar a dar el viaje de vuelta.

No quería alejarme de Lewis pero sabía que lo hacía porque quería mantener mi privacidad lo máximo. Suficiente era tener a la prensa encima cada vez que Pierre volvía a casa y no podía ni salir porque le esperaban fuera. Pero bueno, esto es lo que hay y hay que tratarlo de la mejor manera posible, al final, era su trabajo.

Ya, una vez montados en el yate, este mismo empezó a moverse.

Vi a Lewis en su habitación acostado en su cama con la puerta abierta. Me asomé y sonrió.

—Ey, no te he visto en ningún momento.

—Ya...—pasé adentro y me senté en la cama mirándolo—, oye, quiero decirte una cosa.

—Claro dime.

—La prensa nos ha pillado en Grecia y están empezando a hacer de las suyas.

—Joder, ¿por eso no te he visto en todo el día?

Asentí.

—Lo siento mucho, Amélie, no sé en dónde nos podría haber visto.

—Eso no es lo importante.

—Sí que es lo importante, están invadiendo tu privacidad por mi culpa.

—Ya lo hacen cuando Pierre vuelve a casa, no me importa en serio.

Suspiró.

—Te venía a decir otra cosa.

—Claro.

—En Barcelona y en todas las carreras que vaya, estaré en el box de Alpine, no iré a ningún otro, solo me podrás ver en el paddock.

—Lo sé, me había dado cuenta.

—Te lo digo para que no se te ocurra pedirme que vaya al box de Mercedes porque no lo haré.

Asintió y me levanté.

—Que te vaya muy bien en Barcelona, Hamilton.

—Gracias, Gasly.

Sonreí y salí de su cuarto. Bajé abajo y me senté en el suelo de fuera. Estaba anocheciendo y ahora mismo quería estar con Lando para poder disfrutarlo juntos pero no me atrevía a volverle a hablar. Creo que él no me volvería a hablar.

De pronto volví a ver sus ojos verdes mirándome. Él había salido para ver también el atardecer. Solo le di media sonrisa y me volví a meter dentro. 

Los latidos del circuito [Lando Norris]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora