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Kaia

Luego de lo sucedido con Tom y la chica había decidido quedarme en otra habitación diferente.

Por lo que no lo veía a menudo, solo salía de aquella habitación cuando era hora de comer, cuando él no estaba o cuando estaba en su habitación encerrado con alguna nueva chica y no quería que el ruido llegará hasta mi habitación.

Ahora estaba en la sala con un libro en mis piernas y una taza de té en la mesa de centro, todos estaban en sus habitaciones por lo que estar sola era una cosa relajante.

-¿Qué libro lees?- de reojo veo a Bill sentarse al otro lado del sofá.

-Orgullo y prejuicio.- era raro que el me hablara.

-¿Cómo te sientes?- volteo a verlo.

-Eso debería de preguntarlo yo.-

-Se que no hablamos mucho, pero ese feto que tienes en tu estómago, próximamente será mi sobrino o sobrina.-

-Pensé que harías lo mismo que Tom, aplicarme la ley del hielo.- el ríe un poco, era la primera vez en todo este tiempo que lo escuchaba reír.

-A pesar de ser considerado alguien peligroso, tengo mis momentos y ser tío es algo que siempre quise.-

-Pero tal parece que tú hermano nunca quiso ser papá. Aunque bueno, violarme repetidas veces sin protección no fue algo muy inteligente de su parte.-

Esas palabras salen con odio y asco de mi boca, no podía seguir con aquella conversación por lo que me levanto y camino hasta la cocina con mi taza en las manos. Mi té seguía hirviendo, ni siquiera lo había tocado por lo mismo.

De camino a la cocina sentí pasos detrás de mí y sabía que era Bill quien me seguía, al llegar a la cocina comienzo a hacerme fruta picada bajo la mirada atenta de Bill.

El solo se sienta y me observa preparar mi comida, se sentía raro tenerlo frente a mí y que observará todo lo que hago.

De todos los chicos con quién menos había hablado o compartido en todo este tiempo era Bill, con quién más era Gustav. El de lentes se había convertido en el único amigo que tenía aquí, Georg se la pasaba la mayoría del tiempo con Mar.

-¿Necesitas algo o por qué me observas?- no soporte más y le pregunté, me ponía nerviosa que me observará tanto.

-Realmente deseo que sea niña.-

-¿Qué?-

-Tom me dijo que si era niña tu y ella se irían lejos, las mantendría a salvó. Pero si era niño estarían aquí con nosotros para siempre, porque ese niño sería su...-

-Heredero, tu sucesor en este mundo de drogas, prostitución, asesinato y muchas cosas más en las que están metidos, ¿Cierto?- termine por él.

-Exacto.-

-A mi me da igual, porque este bebé es mío y de nadie más. Me importa una mierda lo que quiera Tom, yo protegeré a este bebé con mi vida si es necesario.- digo y me meto un trozo de sandía a la boca.

-¿A ti te gusta cierto?-

-¿Qué cosa?-

-Tom-

Me quedo en silencio, a decir verdad, mis sentimientos por el no estaban claros. Sabía que una parte de mi lo odiaba por todo lo que me ha hecho, pero otra parte de mí no puede hacerlo y lo desea cada vez que lo ve, que cada vez que lo ve con una chica nueva mi pecho se encoge y mi corazón duele.

Sabía que esa parte de mi estaba enamorada de él, y no es para menos. A pesar de ser un ser horrible, Tom era o mejor dicho es guapo.

-No es de tu incumbencia mis sentimientos.-

Antes de que pueda responder me vemos a Tom y una chica castaña entrar por la puerta de la cocina, ambos nos quedamos en silencio viendo como Tom busca algo para beber y la chica algo para comer.

-Si vas a usar algo al menos límpialo al terminar.- le digo a la chica.

Ella me mira de pies a cabeza con una mirada de superioridad, solo río porque está chica es otra puta más de Tom y así se quedará.

No le había hecho nada a ninguna otra chica con la que Tom se había acostado en estos días, así que en parte estaba ansiosa de que está dijera o hiciera algo para usarlo como defensa.

-No porque estés embarazada, haré lo que digas.-

Ignoro sus palabras y doy media vuelta y busco un par de fresas del refrigerador y un cuchillo, comienzo a picar las fresas en silencio.

-No entiendo, como es que estuviste con alguien como ella. Es solo una pobre e ilusa niña.- la chica le dice a Tom y este solo la ignora.

No puedo evitar reír. -Tal vez tengo algo que tú no, digo tu solo estarás en su cama una vez, pero yo eh estado varias.- sí, pero porque el maldito me viola, obviamente eso no se lo diré.

-Eres una niña, morirás dando a luz y yo seré la mamá de ese bebé, y luego la mujer de Tom.- me dice al odio.

Mi mano aprieta con fuerza el cuchillo y con la otra le extiendo el tazón con fresas a Tom. Se siente como si mi mano tuviera control sobre cualquier cosa, no podía soportar más las palabras de la puta y le clavo el cuchillo justo en su mano.

Su grito de dolor me hace sonreír, los chicos no dicen nada y siguen en sus lugares viendo la escena. Tomo la taza de té y se la lanzó en la cabeza, el té hirviendo le cae por todo el cuerpo y sus gritos se hacen más fuertes.

-Ahora no tienes nada cariño.- le digo con tono de burla.

-Kaia...- volteo y me encuentro a Tom mirándome fijamente.

-Te dije que cada una de las putas que traigas a esta casa terminarían cada vez peor. Si sigues trayéndolas aquí terminarás sin chicas que trabajen para ti.-

Antes de irme de la cocina, le quitó el cuchillo de la mano a la chica que cae al suelo retorciéndose de dolor.

Tomo mis cosas y me devuelvo a la sala de estar donde ahora estaba Gustav viendo la televisión.

-Déjame adivinar, los gritos los causaste tú.-

-¡Bingo!- ambos reímos.

-¿Cuando piensas admitir que te enamoraste de Tom?-

-Cuando el deje de ver a esas putas.-

-¿Celosa?-

-Solo cuido lo mío.- me encojo de hombros y me quedo mirando la televisión junto al de lentes.

Sabía que estar al lado de Tom me estaba convirtiendo en alguien que no creí que podía ser, estoy convirtiéndome en una asesina.

Pero si hacerlo es necesario para mantener con vida a mi bebé, lo haré. No me importa el precio que tenga que pagar por eso.

𝖬𝗒 𝗐𝖾𝖺𝗄𝗇𝖾𝗌𝗌「𝒕𝒐𝒎 𝒌𝒂𝒖𝒍𝒊𝒕𝒛 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora