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Narrador omnisciente

Aquel día en el parque fue la pesadilla más realista de aquel pelinegro de trenzas, por un segundo el mayor pensó que perdería a la única mujer que había logrado llegar a amar.

Todos se habían sorprendido cuando de un día a otro Kaia y Tom habían aparecido en la cocina con sonrisas en sus caras y siendo cariñosos el uno con el otro.

Pero nadie se atrevía a decir nada, en el fondo todos se habían colocado muy felices al ver a la ahora pareja tan felices, todos también veían la sonrisa que Kaia siempre tenía cuando uno de sus bebés se movía dentro de ella.

Todos recordaban perfectamente cuando la pareja les dijo sobre el embarazo de la menor, que no solo se trataba de un bebé, si no que, de dos, de una niña y un niño.

El gemelo menor recordaba la emoción con la que su hermano le contó que tendría una hija, Bill sabía que Tom quería un niño, quería alguien que lo sucediera cuando el ya no estuviera, creía que la emoción de su hermano sería mayor cuando supiera de su hijo, pero la realidad fue otra.

Todas las palabras que Tom le había dicho a Kaia ese día en el médico eran ciertas, el sí disfrutaría de buscar a su hijo. Tom había pensado mucho en todo lo que la pelinegra le había dicho varios días atrás.

Pero él tenía miedo, nunca había recibido el amor de una mujer, su madre había muerto cuando el aún era un niño, vivió muchas cosas, todas esas cosas lo hicieron ser quien era ahora, nunca había recibido el amor necesario, el creía que era suficiente el tener el amor de una prostituta por una noche.

Pero todo cambio, él sabía que lo que sentía por la menor estaba mal, ella era una niña de solo 13 años y él ya era un adulto, 20 años tenía Tom cuando Kaia llegó a su club.

Por un tiempo la niña se había vuelto la obsesión de Tom, se había aguantado demasiado por ella, y cuando la tuvo por primera vez en sus brazos, no se aguantó y fue rudo, se había arrepentido, algo que nunca sucedía. Se sorprendió el mismo cuando esa misma noche volvió a aquella casa para preguntarle si le había dolido, él sabía que sí, pero quería asegurarse el mismo.

Con el tiempo, la obsesión de Tom se había vuelto más fuerte, odiaba ver a Kaia con Gustav, pero sabía que el rubio era el único amigo de la chica, le gustaba verla feliz, le gustaba verla celosa, razón por la que varias de las chicas de su club habían pasado por su cama para luego no volver a ver la luz del día, de eso se encargaba su mujer, manera que Tom había optado por llamar a Kaia.

La chica se había ganado su frío corazón, había hecho que aquel chico sintiera algo, tal y como Tom estaba sintiendo ahora.

Tom se odiaba a el mismo al haber expuesto a Kaia y sus hijos. ese peligro, pero al menos sabía que tenían un enemigo menos, esa misma tarde Lucía había muerto, su cuerpo tenía demasiados orificios de balas, pero un de esas balas habían no solo atravesado el cuerpo de la rubia, sino que también llegó al hombro de la pelinegra.

Así que ahora mismo todos estaban en aquel frío hospital esperando a que la chica despertara. Estaban un poco más tranquilos al saber que los bebés estaban bien. Tom había tenido que adentrarse a aquella balacera para poder rescatar a Kaia, quien estaba desmayada sobre el cuerpo de Mar.

Kaia

Mi cabeza y cuerpo dolían, sentía como si un camión me hubiera pasado por encima, por inercia intenté sentarme en la cama en la que estaba, pero un dolor punzante me atravesó por mi hombro izquierdo, tal dolo me llegó hasta la punta de mis dedos que logró sacarme un grito de dolor.

-¡Ahhh!- me tuve que morder mi labio inferior para no volver a gritar.

Pero mi grito hizo que Tom entrara corriendo a la que identifique como habitación de hospital, su rostro mostraba ojeras, se veía el cansancio en él.

𝖬𝗒 𝗐𝖾𝖺𝗄𝗇𝖾𝗌𝗌「𝒕𝒐𝒎 𝒌𝒂𝒖𝒍𝒊𝒕𝒛 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora