Cap. 12

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Sam

No era el mejor lugar al que había ido.

Había llegado a la dirección que me había mandado Stella y era un bar cualquiera. Tenía precaria iluminación, (más precaria por el hecho de que era de noche) por las luces que ponían en brillo tenue. Estaba lleno de personas, todas en mesas o en la barra, y la mayoría parecía haberse tomado al menos una copa.

Trate de vestirme para la ocasión...pero como ya les había dicho: Soy pésimo. Vestía una camisa formal remangada por los codos, unos pantalones negros y zapatos casuales. La mayoría de ese lugar estaba con sudadera y tenis.

Mis lentes se empañaban y constantemente tuve que limpiarlos con un pañuelo que llevaba en el bolsillo.

¿Dónde estaban? Tenía como media hora allí pero no había dado con Stella o con alguno de sus amigos. Había chocado con algunos clientes del bar, algunos amables y otros no tanto. Inclusive una chica me ofreció una copa, pero la decliné amablemente. No tenía pensado beber aún, o siquiera hacerlo en toda la noche. Creo que no le molestó mi rechazo, porque al rato la encontré besandose con un chico en uno de los asientos del fondo.

Lo que uno se encuentra.

Estaba sentado en la barra esperando a que llegarán, pero nada. El cantinero pasó varias veces y me preguntó si quería algo a lo que le dije que no todas las veces. Aún si quisiera beber, no sabía que pedir en un lugar como este; defectos de nacer en casa privilegiada.

—¿Seguro que no quieres tomar nada?—Preguntó por enésima vez el cantinero. Era joven, era de ojos azules y tenía el cabello rubio desalineado. Muchas chicas estaban embobadas a nuestro alrededor viendolo, y no las culpaba.

—En serio, solo estoy esperando a alguien.

—Estas sudando como cerdo— Creí que era un insulto, pero por su rostro deduje que solo lo había dicho por lo precario de mi estado— Debes tener un calor espantoso con esa camisa.

—Ni te lo imaginas— Confesé. En realidad me estaba muriendo de la calor.

—Es la primera vez que vienes para acá, me imagino— Me dijo limpiando uno de los vasos con un paño— ¿Puedo preguntar a qué viniste? No es por nada, pero no pareces de los que vienen a lugares como estos.

—¿Y a qué lugares parece que frecuento?

—No lo sé. Eventos de caridad, premiers de películas...

—Tengo la palabra «niño rico» pintada en la cara, ¿no?

—Te mentiría si lo negara.

No me ofendí, más bien solté un bufido de risa y el cantinero me acompañó.

—Vine porque una amiga me invitó. Va a tocar esta noche con su banda.

—¿Eres amigo de los chicos de la banda?

—De solo una chica, Stella. ¿Los conoces?

—Pues claro, tocan cada semana por aquí. Aquí entre nos...— Se acercó como si fuera a decirme un secreto espantoso—...la del teclado, Sabrina, está para morirse.

Me rei ante el comentario.

—Soy Marco— Se presentó educadamente.

—Sam— Era la primera vez que me presentaba así. Me estaba empezando a gustar el apodo.

Eres la Estrella de mi UniversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora